Cuando la identidad queda de lado

El que se va se lleva su memoria, su modo de ser, sus orígenes, los colores y ciudades de un equipo. Así, Unión de Curtidores se convirtió en Puebla (Invierno 1999), Irapuato cambió a Veracruz (Verano 2002), luego La Piedad se mudó a Querétaro y Veracruz pasó a ser Jaguares de Chiapas (Apertura 2002), el Atlético Celaya cedió su lugar a Colibríes (Clausura 2003), lo mismo que Necaxa Aguascalientes (Apertura 2003). El Atlante viajó a Cancún (2007), pero antes también lo hizo a Ciudad Nezahualcóyotl (2002) antes de volver a la capital (2004). 

Jaguares puso rumbo a Querétaro, como lo hicieron también el San Luis Chiapas y La Piedad a Veracruz (2013). El último en la carrera fue Lobos BUAP, que se extinguió con la aparición del FC Juárez (Apertura 2019).

Hasta ahí, la historia de cambios de sedes y franquicias en torneos cortos fue también el negocio de las identidades. Un submundo dentro del futbol mexicano, en el que sólo el Querétaro, que antes era Jaguares, logró clasificar a la liguilla en su primer torneo (Apertura 2013).

En Aguascalientes Cancún, el Necaxa y el Atlante cambiaron la suerte de sus últimos años en la capital: los Rayos avanzaron a la fase final, por primera vez como hidrocálidos, mientras que los Potros se llevaron el título en la temporada inaugural cerca del mar Caribe (Apertura 2007).

El Atlante era un club totalmente arraigado a la capital del país, pero uno como profesional acata decisiones. Pero fue algo trágico, muy fuerte para los aficionados. En Cancún generamos nuevos aficionados, aunque nunca se nos fue la tristeza, dice José Guadalupe Cruz, técnico campeón con los azulgranas en ese torneo.

La última desaparición de un equipo se dio en Puebla, con los Lobos BUAP. Ahí estaba Juan Francisco Palencia como técnico, con la misión principal de evitar el descenso. Después de conseguirlo, decidió irse al ver que el futuro se veía lejos. Era mejor que ellos siguieran su camino. (Manuel) Lapuente siempre me dejó trabajar, le agradecí por la oportunidad, pero todo parecía muy encaminado. No había ni siquiera jugadores firmados, afirma Palencia, sobre aquel cambió que convirtió a los Lobos en FC Juárez.

Mientras tanto, autoridades del gobierno de Mazatlán siguen negociando con la directiva de Monarcas Morelia la mudanza del equipo al norte del país. Varios empleados del conjunto michoacano ya terminaron su relación laboral y hoy desconocen su futuro.

 

 

HERALDO DE MÉXICO

 

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