El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, compareció el lunes en un tribunal de Londres, en el marco de una audiencia sobre su posible extradición a Estados Unidos para enfrentar cargos de espionaje.
Assange, vestido con un traje azul marino y un suéter azul claro, elevó su puño hacia sus seguidores en la galería del público. Apareció totalmente afeitado, en contraste con la larga barba que se dejó crecer mientras estuvo alojado en la embajada de Ecuador.
Assange, de 48 años, se enfrenta a 18 cargos en Estados Unidos, incluida una conspiración para hackear computadores del gobierno y violar una ley de espionaje. Podría pasar décadas en la cárcel si es hallado culpable.
Nacido en Australia, Assange ocupó los titulares en todo el mundo a principios de 2010, cuando WikiLeaks publicó un video clasificado del Ejército estadounidense que mostraba un ataque en 2007 con helicópteros Apache en Bagdad que acabó con la vida de una decena de personas, incluidos dos empleados de Reuters.
Los admiradores de Assange le consideran un héroe por exponer lo que describen como un abuso de poder por parte de los estados modernos y por defender la libertad de expresión. Sus detractores le ven como una figura peligrosa cómplice con los esfuerzos de Rusia para minar la seguridad de Occidente y Estados Unidos, al tiempo que ponen en duda que sea periodista.
WikiLeaks irritó a Washington al publicar cientos de miles de cables diplomáticos secretos estadounidenses, que expusieron las valoraciones que hace Washington de los líderes mundiales, desde el presidente ruso, Vladimir Putin, a miembros de la familia real saudí.
En 2012 se refugió en la embajada de Ecuador en Londres para evitar ser extraditado a Suecia, donde estaba acusado de delitos sexuales, ya que dijo que la intención final era enviarlo a Estados Unidos.
En abril fue sacado de la legación diplomática, tras siete años allí, y fue condenado a 50 semanas de cárcel por saltarse su libertad condicional. Esa sentencia fue completada, pero sigue en prisión mientras sigue el caso de extradición.
La Jornada