Vicente Molina Foix relata la experiencia de trabajar con Kubrick

Vi a un verdadero artista trabajando como un artesano del Renacimiento, con delicadeza”, comenta el escritor español Vicente Molina Foix sobre el proceso creativo del cineasta neoyorquino Stanley Kubrick (1928-1999), de quien tradujo al español cinco películas.

Gracias a la exigencia en España de que los filmes extranjeros debían ser doblados para su proyección en el país y a la petición de Kubrick de que este trabajo fuera hecho con gran calidad, el novelista fue invitado por el director Carlos Saura a entrar en el universo de uno de los cineastas más influyentes del siglo XX.

Molina Foix hizo, de esta manera, la versión en idioma español de cintas hoy consideradas joyas del séptimo arte, como La naranja mecánicaEl resplandor y Full Metal Jacket, pilares de la filmografía del fotógrafo, guionista y productor estadunidense.

Esta “divertida experiencia”, comenta en entrevista con Excélsior el poeta de 71 años, la contará en un libro breve de ensayos, de unas 90 páginas, que prepara para la editorial Anagrama, el cual quedará listo el año entrante.

Kubrick impuso a la Warner Brothers, pues tenía el poder, que en los países donde se doblaban sus filmes, como España o Italia, las traducciones se hicieran con extrema calidad. Así, se encomendaban a un director de cine que él eligiera y la traducción, vigilada por él, debería ser hecha de preferencia por un escritor, no por un profesional de los doblajes”, destaca.

De visita en México para participar en el Hay Festival Querétaro, el también dramaturgo y ensayista narra que en 1978, cuando estaba viviendo en Londres, Saura lo invitó a traducir el hoy clásico La naranja mecánica (1971), que le habían ofrecido para ser estrenado en España.

La cinta estuvo prohibida en su momento por la censura franquista, y sólo se permitió que se exhibiera en cines pequeños y marginales de ciudades como Madrid y Barcelona, en su versión original subtitulada. Y en 1979 se pudo estrenar en todas las salas de cine, ya doblada, y con encargo a Saura.

Él recibió un guión que no le gustó y pensó en mí, que llevaba viviendo siete años en Londres. Quería que fuera una traducción literaria, porque la película está basada en la novela homónima de Anthony Burgess y tiene un idioma especial creado por este autor”, destaca Molina Foix.

La naranja mecánica, considerada una de las cintas más polémicas de la historia, narra la vida de un delincuente sociópata y carismático, cuyos placeres son la música clásica, la violación y la ultraviolencia.

Ahí empezó todo. En la primera entrevista no vi a Kubrick, sino a su cuñado, y empecé a trabajar con ellos. Les gustó mi propuesta. El doblaje se hizo y la cinta se estrenó”, recuerda quien estudió Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid.

Poco después hice El resplandor (1980) y siguió Senderos de gloria (Paths of Glory), rescatada después, pues Kubrick la realizó en 1957, pero también había sido censurada por Franco. Luego trabajamos juntos en Full Metal Jacket (1987) y en la póstuma Eyes Wide Shut (1999)”, agrega el graduado en Historia del Arte por la Universidad de Londres.

DE CINÉFILO A DIRECTOR

 

La vida de Vicente Molina Foix ha estado unida siempre al cine. El narrador recuerda que su pasión por el séptimo arte comenzó de niño, cuando podía ver películas gracias a un pase gratuito que le daba su padre, que era diputado.

Aunque la literatura es su primer amor, el autor de la novela Museo provincial de los horrores (1970), con la que empezó su carrera, se convirtió en actor en la película El pecador impecable (1987), de Augusto Martínez Torres; y ya en el nuevo milenio incursionó como director con las cintas Sagitario (2001) y El dios de madera (2010).

El exprofesor de literatura española en la Universidad de Oxford admite que lo atraen los escenarios, por lo que además ha sido libretista de tres óperas del español Luis de Pablo, entre ellas El abrecartas, en la que adapta su novela homónima publicada en 2006.

El abrecartas es la primera de una trilogía autobiográfica, junto con El invitado amargo (2014) y El joven sin alma (2017), que desea se vendan juntas en una caja, pues son sus propuestas de autoficción. “Creo que la ocasión ideal para lanzar este paquete es cuando se estrene en Madrid la ópera de El abrecartas”, sugiere.

Por lo pronto, Vicente Molina piensa concentrarse en la palabra escrita, no tiene en puerta ningún proyecto cinematográfico. “En la literatura no tienes que movilizar a nadie, no tienes que pedir dinero anticipado para hacerla. Estoy muy a gusto escribiendo”.

Y ya tiene la idea para una nueva historia. “En julio pasado hice una primera página de una posible novela; pero luego no pude continuarla, por varias razones, pero sí la
retomaré. Es muy pronto para contar sobre qué va. Es una historia más que de amor, de crecimiento de un hombre y una mujer que se aman; y deseo contarla a través de sus propios cuerpos. Pero aún está en el aire”.

Quien ha publicado 11 novelas, diez libros de ensayo, tres de cuento y tres de teatro entró a la literatura a través de la poesía, género que sigue explorando. El autor de los poemarios Los espías del realista (1971), Vanas penas de amor (1998) y La musa furtiva (2012), que reúne sus versos escritos de 1967 a este año, confiesa que “tal vez algún día sorprenda a los lectores con un nuevo libro de poesía”.

Fuente: Excelsior

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