No acordarte de los nombres de tus hijos. Ser incapaz de resolver una suma simple y ni siquiera recordar que en algún momento supiste hacerlo… A muchas personas les ocurre esto: padecen alzhéimer, una condición que conmemora su Día Mundial este sábado 21 de septiembre. Se trata de una enfermedad neurológica y degenerativa que afecta a la memoria y a la pérdida de otras habilidades cognitivas esenciales, lo suficientemente grave como para interferir en la vida diaria de un individuo. En España, la padecen aproximadamente 1,2 millones de personas y se diagnostican, cada año, 40.000 casos nuevos, según la Confederación Española de Alzhéimer (CEAFA).
El alzhéimer es la demencia más común en todo el planeta, categoría que le otorga el Manual de Trastornos Psiquiátricos (DSM-5), que la incluye dentro de los trastornos neurocognitivos. Se calcula que hay más de 47 millones de personas que padecen esta enfermedad en el mundo, y la Organización Mundial de la Salud estima que en 2050 afectará a alrededor de 130 millones, lo que la convierte en un verdadero reto de Salud Pública. En España, la sufre un 4% de la población de entre 75 y 79 años, dato que se incrementa hasta el 34% en aquellos de más de 80. Y, según aseguran los expertos, cada vez se dan más casos en personas jóvenes.
A pesar de ello, sigue existiendo información confusa en torno a ella. Ignasi Coll Roldua, geriatra internista, comparte alguna de las falsas creencias que conviven alrededor de esta enfermedad: «Existen dos fundamentales, arraigadas en torno al alzhéimer. La primera es cuando piensas que esta demencia te toca y te toca y no la puedes tratar. La segunda es que tiene cura», explica Coll Roldua, geriatra del Centro Médico MTB Barcelona.
Ambas son rebatibles. «En cuanto a la primera», prosigue el geriatra, «está demostrado que nuestra calidad de vida mejora y podemos retrasar el avance de la demencia siempre que se mantenga una actividad física constante (incluso en la vejez), una actividad cognitiva frecuente —ejercitando la memoria o leyendo, por ejemplo— y las relaciones con los demás, y así evitar la soledad [uno de los factores de riesgo]». Para el doctor, es fundamental seguir una dieta saludable y ser estricto con los tratamientos de diabetes o hipertensión: «Uno de los factores de riesgo de la aparición del alzhéimer es la edad, por lo que promover un envejecimiento activo es una forma de prevenirlo. La enfermedad es más común en mujeres por este factor, porque son más longevas».
Son muchos los que creen también que el alzhéimer afecta solo a los mayores. «No es frecuente, pero hay casos que se dan antes de los 65 años. Creo que la gente ahora está más preocupada y detecta los síntomas antes… Recomiendo que la gente vea la película Siempre Alice». «Además, ahora contamos con el consejo genético aunque existe un debate entre si hacerlo o no a las personas con algún caso de demencia en su familia, porque es un análisis y es un dato. Por ejemplo, que salga que tienes un 80% de posibilidades de tenerlo, no significa que finalmente lo desarrolles», concluye el experto.
En cuanto a la creencia de que existe una cura, el geriatra explica que, a pesar de que cada vez salen más fármacos nuevos y se hacen cada vez más estudios concretos, «todavía no se ha dado con el que la cure». Pero estos pacientes cuentan con terapias no farmacológicas que funcionan y que les ayudan a mejorar su calidad de vida, «como la estimulación cognitiva, la reminiscencia o trabajar la psicomotricidad, entre otras. No curan, pero te ayudan a vivir mejor». Según explica, normalmente, «las personas con demencia padecen agitación, suelen ser agresivas o estar deprimidas, y estas terapias mejoran estos síntomas».
Algo en lo que incide también la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), para la que las personas con alzhéimer son especialmente vulnerables, tanto desde el punto de vista sanitario como personal, familiar y social. Por ello, el objetivo es que los pacientes y sus familias reciban el apoyo y atención sanitaria y psicosocial precisos en función de sus necesidades. Desde la SEGG recomiendan el tratamiento multidisciplinar «siempre, coordinado por un geriatra y con la presencia de profesionales que aborden los aspectos físicos, cognitivos, emocionales, funcionales y socioafectivos del paciente. Es necesario trabajar desde los modelos de atención integral y centrada en la persona», explican.
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