El linfoma es un cáncer del sistema linfático que incluye los ganglios linfáticos, el bazo, el timo y la médula ósea y, de acuerdo a cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta enfermedad mata a 200 mil personas anualmente.
La causa más común de linfomas es la sobreproducción de cierto tipo de glóbulos blancos, llamados linfocitos B, que ayudan a proteger al cuerpo de las bacterias y los virus.
Según la Secretaría de Salud anualmente se atienden en el país mil 459 casos de linfoma en la población adulta, y la tasa de incidencia en hombres es de 4.5 casos y en mujeres 3.3 por cada 100 mil, de los cuales la mitad de ellos terminan en decesos.
Quienes padecen linfoma pueden experimentar síntomas como hinchazón de ganglios linfáticos en el cuello, las axilas o la ingle, pérdida de peso inexplicable, fatiga, fiebre, sudores nocturnos, picazón en la piel, sarpullido, agrandamiento del hígado o del bazo o recuentos sanguíneos bajos.
Sin embargo, John Greskovich, oncólogo de radiación en Cleveland Clinic Florida, dijo que esos síntomas no significan automáticamente que una persona tenga linfoma.
Lo anterior, debido a que este padecimiento puede darse en personas con sistemas inmunológicos sanos o en pacientes cuyo sistema inmunitario está comprometido, como aquellos que tienen Sida o aquellos que se han sometido a un trasplante de órgano.
El diagnóstico del linfoma implica, entre otras pruebas, un examen físico a los bultos de los ganglios linfáticos, el tamaño del hígado y el bazo, y cualquier cosa fuera de lo común, exámenes de sangre que midan glóbulos rojos y blancos, funciones hepáticas, renales, aspiración y biopsia de la médula.
Fuente: Plano informativo