as actividades culturales forman parte esencial de los viajes y Oaxaca es uno de los paraísos mexicanos más apreciados por los turistas nacionales e internacionales precisamente por su vasta oferta que va más allá de la comida y el famoso mezcal. En efecto, es un estado grandioso por su gastronomía, su mezcal, su guelaguetza, pero también por sus paisajes naturales, su raigambre histórica, sus sitios arqueológicos y sus arquitecturas que no dejan de sorprender a los visitantes.
Ciudades prehispánicas monumentales como Monte Albán, que ostenta declaratoria de la UNESCO como Patrimonio Mundial, aparece año con año en el ránking de las más visitadas de México.
Qué decir de los paisajes culturales que integran las cuevas prehistóricas de Yagul y Mitla en el Valle de Tlacolula, o del Valle de Cuicatlán, hábitats originarios de Mesoamérica, también reconocidos por las Naciones Unidas en la categoría de Bien Mixto debido a que guardan evidencias muy tempranas de la relación entre el hombre y la naturaleza, por ejemplo, con la domesticación de las plantas, y que abrieron paso al desarrollo de las civilizaciones mesoamericanas.
Sus bosques de cactáceas, sus abrigos rocosos con restos arqueológicos y vestigios de arte rupestre, sus ríos y valles, ofrecen vistas espectaculares a los visitantes en una experiencia saludable de ecoturismo, pero sobre todo la posibilidad de conocer el origen de nuestras culturas.
Sin embargo, no siempre se aprovecha este filón cultural que ofrecen los destinos turísticos nacionales; la gentrificación ha jugado un papel de doble sentido, por un lado atrae cada vez más turistas, lo que significa mayor derrama económica, pero se abarata la experiencia, al reducirla a un modelo mercantilizado, que sólo pretende hacer que el visitante consuma y pague.
Esta es la apreciación que hace Julio Escamilla, un guía de turistas oaxaqueño que junto con sus amigos ha creado un proyecto de turismo social y cultural denominado Oaxaca, sabores & colores que ofrece para estos días vacacionales dos rutas: “Oaxaca ancestral” y un tour por el “Sagrado Valle de Tlacolula”, en los que ofrecen una experiencia alternativa acompañada por guías especializados con conocimientos en arqueología, antropología, música y cocina tradicionales, historia y botánica.
No sólo comer y comprar
“El turismo no es sólo comer y comprar, eso es lo que muchos agentes de turismo no alcanzan a comprender o no les interesa, y sólo llevan a los visitantes a lugares caros donde ellos suelen recibir una comisión y donde además les ofrecen productos de baja calidad”, dice Escamilla.
“Los atraen con un costo de traslado muy económico, pero al final terminan pagando mucho más, por los lugares que visitan y no les ofrecen una experiencia completa que debe incluir los saberes culturales de nuestros pueblos”, añade.
“Nosotros, en cambio, los llevamos con familias campesinas, a que conozcan verdaderamente el origen y significado de nuestras tradiciones, a que vean cómo se han conservado por siglos algunas especies de maíz, que aprendan cómo se prepara una tortilla, una tlayuda, a que degusten buen mezcal pero también que conozcan su significado ritual; les compartimos conocimientos acerca de la cultura zapoteca y a que coman sabroso en cocinas de humo –con salsas hechas en molcajete con productos orgánicos– pero sin necesidad de pagar demasiado por ello; de esa manera también integramos al circuito a las familias de los pueblos que viven de esa actividad”, apunta.
Julio comparte que cuando la gente toma esta opción alternativa, se va contenta. “Hay gente que está buscando algo así, y cuando viven la experiencia nos dicen ‘yo no sabía que me gustaba tanto la cultura’; me gusta que la gente se vaya con un chip distinto”, señala.
Escamilla se detiene un momento para platicar que debido a la fama que ha adquirido el mezcal, la bebida suele ser un gancho para atraer visitantes; sin embargo, los tours que se ofrecen no reúnen las características para que la experiencia sea profunda.
“El tour del mezcal que nosotros ofrecemos no es solamente para ir a degustar y comprar botellas, que muchas veces no son mezcal del bueno y se lo venden caro al turista; nosotros les compartimos la historia en talleres artesanales que han sido fieles a la tradición ancestral, y donde además pueden conocer el significado de la bebida que está ligado a los rituales y la filosofía de los pueblos originarios”.
“Por ejemplo –dice– los llevamos a un pueblo que se llama Santa Catarina de Minas, donde se ha encontrado la evidencia más temprana del uso y preparación de esta bebida, y donde todavía se fabrica en ollas de barro y no en alambique, como se usa ahora”, comparte.
“Oaxaca ancestral”
El recorrido “Oaxaca ancestral”, que ofrece Oaxaca, sabores & colores, incluye recorrido con guía especializado por la zona arqueológica de Monte Albán, degustación de tlayudas y mezcal artesanal, visita a una galería de alebrijes, tonas y nahuales con lectura del calendario zapoteco, y una visita a San Bartolo Coyotepec, uno de los pueblos alfareros más famosos de México, donde se fabrica artesanía en barro negro.
“Sagrado Valle de Tlacolula”
Este recorrido es más que un tour, ya que comprende una introducción a la cosmovisión zapoteca, la experiencia comienza en una parada para conocer y fotografiarse en el árbol del tule, que ostenta el tronco con mayor diámetro en el mundo, con una edad de más de dos mil años; luego un desayuno típico oaxaqueño hecho en casa de alguna familia campesina: chocolate, pan y tamales, donde además te compartirán la historia del cacao; ya con toda la energía, visita a la zona prehistórica de Yagul a conocer la historia del maíz –aquí se encontraron los testimonios más antiguos de la domesticación de esta planta– y a la zona arqueológica de Mitla, donde te hablarán del inframundo zapoteca y su comprensión de la muerte; después, comida tradicional en un paraje oaxaqueño; luego un buen descanso en la reserva natural de Palma, donde podrás apreciar la belleza y disfrutar del famoso balneario ‘Hierve el agua’, y finalmente una visita a Teotitlán del Valle, para visitar galerías y tiendas de artesanías y degustar mezcal.
El precio de ambos tours oscila entre los 400 y 500 pesos, incluye traslados desde el hotel, seguro de viajero, guía especializado, información histórica y atención al visitante en cada punto; se pagan aparte los alimentos, accesos a las zonas arqueológicas y propinas voluntarias. Las salidas son a las 8 de la mañana desde Oaxaca capital con regreso al hotel a las 8 de la noche.
EL ECONOMISTA
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