México no sólo tiene el gasto social más bajo dentro de los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (7.5% del PIB contra 20.1% promedio), explicado por su baja capacidad recaudatoria (16.2% del PIB vs. 34.2% promedio), sino también es la nación cuyo conjunto de esta política fiscal presenta la menor efectividad en cuanto a reducir las brechas sociales y económicas.
Cifras de la OCDE muestran que la desigualdad del ingreso de México, medida por el coeficiente de Gini, pasa de 0.48 a 0.46 puntos, cuando el país cobra impuestos y aplica transferencias sociales, una reducción de 4.4%; cifra que contrasta con el promedio del grupo, cuyo coeficiente pasa de 0.47 a 0.32 puntos, es decir, una caída de 33 por ciento.
El país se encuentra bastante lejos de Finlandia, Bélgica y Eslovenia, naciones con los sistemas fiscales con la mayor capacidad redistributiva, ya que logran bajar su desigualdad en el ingreso en 48.8, 46.7 y 46.0%, respectivamente.
Esta situación implica que, pese a que la desigualdad explicada por condiciones de mercado es similar en México y en el conjunto de la OCDE, la capacidad del sistema fiscal mexicano para reducir estas brechas e igualar oportunidades entre la población es la más reducida del grupo.
OBJETIVO
El Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) relaciona esta situación a que, a diferencia de México, la mayoría de los países de la OCDE tiene como objetivo explícito del gasto social y del sistema fiscal en su conjunto, reducir la desigualdad del ingreso.
En México no tenemos institucionalizado el objetivo de reducir la desigualdad. Por eso, en la mayoría de los países de la OCDE gastan diferente en lo social, porque de lo que se trata es de igualar oportunidades entre la población. No importa si las personas ya han satisfecho una gran cantidad de necesidades básicas, lo importante es que se acerquen al promedio del resto de la población”, explicó Rodolfo de la Torre, especialista del CEEY.
Debido a lo anterior, “nosotros fundamentalmente tenemos una concepción de gasto social para que se alcancen mínimos de derechos en educación, salud o de canasta alimenticia y no alimenticia. Pero, una vez rebasado eso, se pierde el objetivo de seguir acercando a esos grupos poblacionales al promedio”.
GASTO
Cálculos de John Scott, investigador académico del Consejo Nacional de Evaluación para la Política de Desarrollo Social, dijo que en el gasto federal hay rubros altamente progresivos, es decir, que benefician a la población de menores ingresos, como los programas Prospera y el Seguro Popular.
Pero a su vez, también hay gastos altamente regresivos —inciden más en la población de alto ingreso—, como las pensiones contributivas o los subsidios a los energéticos, por lo que el impacto del gasto público en la concentración del ingreso es marginal.
Por eso, el CEEY pide una reforma fiscal que corrija estos “extremos” en el gasto, y que eleve los ingresos para universalizar derechos como la salud y la seguridad social.
Fuente: Dinero en imagen