Entradas al inframundo, al hogar de las deidades, lo mismo que sitios para obtener agua prístina para el sustento, era lo que representaban las cuevas para los mayas prehispánicos, creencias que se confirman mediante hallazgos como el registrado recientemente por arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en una caverna del municipio quintanarroense de Tulum.
El pasado 20 de noviembre, personal de la asociación civil Círculo Espeleológico del Mayab y del Proyecto Cenotes Urbanos de Playa del Carmen, dedicado al registro y mapeo de las cuevas de esta región, presentó una denuncia al Centro INAH Quintana Roo, notificando la presencia de bienes arqueológicos dentro de una oquedad natural de las inmediaciones del pueblo de Chemuyil.
Por instrucciones del director del Centro INAH Quintana Roo, Margarito Molina Rendón, el arqueólogo Antonio Reyes efectuó la supervisión y el rescate de las piezas arqueológicas reportadas.
Los especialistas resguardaron los elementos arqueológicos debido a la cercanía de la cueva con el camino de acceso al área urbana, y porque la oquedad natural presentaba evidencia de ingresos irregulares de personas e incluso tenía basura en su interior. “Por ello, no solo seguiremos trabajando con el Proyecto de Cenotes Urbanos en la exploración y el mapeo de la caverna y sus galerías, sino también en su limpieza”, asegura Reyes.
En la parte más intrincada de la cueva y de más difícil acceso, se corroboró la ubicación de tres objetos arqueológicos, los cuales han sido fechados hacia el periodo Posclásico Tardío maya (1200–1550 d.C.).
El primero es una vasija monocroma de tipo Navulá burdo, la cual conserva una de dos asas y tiene una cavidad cóncava en su base, propia de su tipo cerámico.
La segunda pieza corresponde a una olla globular, que se halló fragmentada debido a que la raíz de uno de los árboles de la superficie la presionó contra las rocas, causando su rotura.
24 HORAS