Las mascarillas de protección sanitaria se han concertado en un símbolo político en Estados Unidos, donde grupos de derecha lo consideran un signo de “tiranía”.
“La mascarilla se ha convertido en el símbolo extremo de la nueva división cultural y política” en EU, según la revista electrónica Slate.”
No sorprende que las máscaras se hayan convertido en un punto contencioso”, dijo Jack Pitney, profesor de política en Claremont McKenna College, California.
“En estos días, todo es un tema partidista”, dijo, citado por el diario San Francisco Chronicle. “Todo es político, y eso incluye regulaciones de salud”.
De hecho, algunos republicanos quieren ver en el tema una infracción a los derechos individuales, un tema que es sensible para ellos.
En un país políticamente dividido y en el umbral de unas elecciones profundamente polarizadas, las actitudes de minorías ante medidas sanitarias que en otras naciones se asumieron con calma fueron amenazantes.
Con el presidente Donald Trump como el principal escéptico sobre el impacto de las medidas para enfrentar el COVID-19, se produjeron manifestaciones donde hombres armados participaron contra las medidas de aislamiento, como el cierre de empresas y comercios.
De hecho, en el curso de los último 10 días, los estadounidenses vieron imágenes de un presidente Trump sin máscara en actos públicos y la presidenta demócrata de la Cámara baja del Congreso Nancy Pelosi, en los pasillos del Capitolio con su mascarilla.
Trump ha ido más allá, se ha identificado con los grupos que protestan por los cierres, mediante mensajes de tuit en los que equiparaba la reapertura de comercios a la “liberación” del país.
Un guardia de seguridad en Flint, Michigan, fue asesinado a tiros el 5 de mayo en una disputa por máscaras faciales. Stillwater, una pequeña ciudad de Oklahoma, abandonó sus requisitos de máscara después de que los trabajadores en las tiendas fueran amenazados por tratar de hacerlos cumplir.
El gobernador republicano Mike DeWine, de Ohio, retiró la semana pasada una orden que requería el uso de máscaras en las tiendas, diciendo que había ido demasiado lejos y que “la gente no iba a aceptar que el gobierno les dijera qué hacer”.
De hecho, en varias manifestaciones, sobre todo en los estados de Wisconsin y de Virginia, los señalamientos sobre la necesidad de reabrir la economía y condenar el uso de mascarillas acompañaron frases que igualaban las medidas sanitarias con expresiones de tiranía o atentados contra la libertad.
Y de acuerdo con varios analistas, no es accidente que muchos de los participantes usen gorras rojas con el lema “Hacer a los Estados Unidos grandes otra vez”, lema de campaña de Trump en 2016. El hecho es que las encuestas señalan una clara distinción.
“Mientras una clara mayoría de ambos partidos adoptan cruciales conductas sanitarias, como lavarse las manos con más frecuencia, encontramos notables divergencias partisanas. Hay una diferencia de 13% en el uso de mascarillas: 67% de los demócratas reportaron que las usan, comparados con 54% de los republicanos”, reportó la revista The Conversation.
Algunos ven algo más profundo. “La izquierda estadounidense ha estado mayormente dispuesta a sacrificar libertades personales a cambio de contener el virus. Y mientras la mayoría de la derecha política ha convenido en tomar precauciones como quedarse en casa, precisó la revista en línea estadounidense Slate.
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