La oposición al presidente turco Recep Tayyip Erdogan se alzó con la alcaldía de la estratégica Estambul, capital económica del país y gobernada por el oficialismo desde hace 25 años, comicios que fueron repetidos luego de que hace tres meses también se impusieran los opositores.
Los resultados difundidos por la agencia estatal Anadolu, sobre el 95% de sufragios, daban la victoria al opositor Ekrem Imamoglu con 54% de los votos, contra un 45% del oficialista Binali Yildirim, quien reconoció la derrota.
«Según los resultados mi concurrente Ekrem Imamoglu va adelante. Lo felicito y le deseo buena suerte», dijo Yildirim.
Esta victoría marca «un nuevo comienzo» para Turquía, se congratuló Imamoglu, de 49 años. «No fue un solo grupo o partido, sino el conjunto de Estambul y Turquía los que ganaron estas elecciones», añadió.
Los habitantes de Estambul regresaron a las urnas tras la anulación de los comicios de marzo, después de que el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), la formación islamo-conservadora del presidente Erdogan, presentara recursos por «irregularidades masivas».
La oposición, que rechazó esas acusaciones, denunció un «golpe contra las urnas» y consideró los nuevos comicios una «batalla por la democracia».
Más que una elección municipal, los comicios en Estambul fueron una prueba sobre la popularidad de Erdogan y del AKP, en un momento de graves dificultades económicas. «Quien gana Estambul, gana Turquía», suele decir el presidente.
Para Erdogan estaba en juego conservar una ciudad con más de 15 millones de habitantes, capital económica y cultural del país, controlada por su bando desde hace 25 años.
En las elecciones de marzo, el AKP también perdió Ankara, la capital política, en un marco de complicada situación económica, con una inflación del 20%, el hundimiento de la lira turca y la elevada tasa de desempleo.
Erdogan, que al inicio de la campaña hizo gala de un perfil bajo para evitar enardecer a sus opositores, volvió a salir al ruedo en los últimos días, multiplicando los ataques virulentos contra Imamoglu.
Ante esta retórica polarizadora, Imamoglu volvió a apostar por un discurso unificador, repitiendo como un mantra su eslogan enseña: «Todo irá bien».
El presidente, que había hecho de las municipales del 31 de marzo una votación sobre la «supervivencia de la nación», se esforzó en las última semanas en minimizar su impacto, y llegó a afirmar que estos comicios eran «simbólicos».
La oposición, ante el temor de fraudes, movilizó a un ejército de abogados para vigilar las urnas. El colegio de abogados de Estambul instaló un enorme cartel en la fachada de su sede llamando a «hacer guardia por la democracia».
El crucial voto kurdo
Apenas 13.000 votos –entre más de ocho millones de votantes– separaban en marzo a Imamoglu e Yildirim, por lo que el AKP llamó a todos los electores conservadores, algunos de los cuales se abstuvieron o votaron por un rival islamista en marzo, pero también a los kurdos.
Estos, considerados decisivos, son objeto de una feroz batalla. El AKP suavizó su retórica sobre la cuestión kurda en las últimas semanas y Yildrim llegó a evocar el Kurdistán, una palabra tabú en su bando.
El jueves, los medios progubernamentales y el propio Erdogan se hicieron eco de una carta de un jefe histórico del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, Abdullah Öcalan, en la que llamaba a la neutralidad a los simpatizantes del partido prokurdo HDP.
Pero este denunció una maniobra del poder dirigida a dividir a sus electores y llamó, como ya hizo en marzo, a votar por Imamoglu.
La Jornada