Hace 50 años el Estado mexicano decidió poner punto final al movimiento estudiantil de 1968 con los recursos de la barbarie. La matanza del 2 de octubre fue el clímax de un sistema autoritario convencido, entre otras paranoias, de que existía una amenaza para los Juegos Olímpicos –inaugurados 10 días después de la masacre–, que serían atacados por un enemigo poderoso, de hecho un ejército, y desde el comienzo de su sexenio (el presidente Gustavo Díaz Ordaz) se prepara para el combate
, escribió Carlos Monsiváis en su libroEl 68. La tradición de la resistencia.
Doce días después, con fuegos artificiales y multitudes que coreaban ¡Mé-xi-co, Mé-xi-co!
, se inauguraron los Juegos Olímpicos, los primeros en Latinoamérica, llamados Juegos de la Amistad. Luego se sabrá que el mismísimo Comité Olímpico mantuvo el espionaje sobre los líderes del Consejo Nacional de Huelga
, agregó Monsiváis en su texto.
Fuente: La Jornada