Hago teatro porque es lo mejor que puedo dar a la sociedad: Oceransky

Con una vida dedicada al teatro, Abraham Oceransky cerró, a su pesar, el ciclo en la carpa La Libertad, que creó en Xalapa, Veracruz, hace casi 10 años y fue desmontada en su totalidad en julio pasado.

Director, dramaturgo y escenógrafo, ha formado a varias generaciones de creadores. Es un emblema en la construcción, renovación y adaptación de espacios teatrales y a lo largo de su prolífica trayectoria ha recibido varios reconocimientos nacionales e internacionales.

Aún abrumado, expresó a La Jornada: espero no generar y que no se genere violencia por esto. Quiero dar por terminado el asunto. Dejé lo mejor que pude el estacionamiento donde se montó la carpa. Es duro, pero se debió cerrar.

Oceransky recibió una demanda legal del gobierno de Veracruz, vía el Instituto de Pensiones, para desalojar el espacio de 350 metros cuadrados que ocupó la carpa. Fueron 10 años invertidos; se dio a la sociedad un trabajo digno y de pronto lo detienen, pero hay que reconstruir.

Agregó: sólo espero que el instituto me haga saber que recibió lo que le entregué para demostrar que el asunto está finiquitado y la instalación quedó desmantelada, y que el estado también esté contento de que se acabó el problema y todo en paz.

El lugar fue cedido por el ex gobernador Fidel Herrera, pero no existe documento que lo respalde, razón por la cual desde la administración de Miguel Ángel Yunes, hace dos años, se solicitó que fuera desocupado el espacio, ubicado en la calle Ignacio de la Llave.

La Libertad, recordó, fue montada en 2009 en “un pequeño espacio que se me dio en un estacionamiento; ahí construí el inmueble, le puse butacas, se hizo el escenario, tuvo muy buena acústica. En fin, logré adaptar un teatro completo con una construcción sólida, utilizando madera y metal. Fue muy segura y resistió temblores y tormentas.

Retirarla fue muy complicado, me llevó tres meses; además, se requirió bastante dinero para quitarla rápidamente y se perdió 50 por ciento de la construcción. La otra parte es de lonas, material y equipo que se recuperó, que está guardado en lugares que le prestan a Oceransky algunos amigos, y en una bodega sin techo.

Ahora, expresó el artista, se repone de esta supertragedia. Aseguró que no va a parar en llevar las virtudes del teatro a la sociedad.

No trato de hacer mal a nadie. He apostado por demostrar que la cultura es lo más importante y buscaré otro espacio para comenzar un nuevo proyecto en Xalapa o en otra ciudad de otro estado o país.

No era un local comercial, sino un centro de arte

El creador también expresó su esperanza de que el próximo gobernador apoye o genere la creación de otro espacio para La Libertad, donde cada año se montaban tres obras, se realizaban actividades para niños y era sede para presentaciones de diversos países. Nunca quisimos hacer del teatro un negocio, no era un local comercial, sino un centro de arte.

La asistencia del público era variable. Fuimos independientes y se mantenía de milagro. Fue un lugar muy feliz.

El pasado 17 de julio, dos días después de que quedó limpio el espacio, Oceransky se presentó ante las autoridades para que dieran fe de la entrega del espacio, pero no llegaron los abogados del instituto. Tal vez en estos días me anuncian que también dan por terminado el asunto.

Afirmó: soy una persona de teatro y lo genero porque es lo mejor que le puedo dar a la sociedad: es mi agradecimiento a la vida.

Oceransky aseguró que tiene un aliciente: es un dulce para mí que el teatro El Galeón del Centro Cultural del Bosque lleve su nombre a partir del 12 o 13 de septiembre.

“Diseñé ese espacio en los años 70 y perseguía el mismo sueño de ser un sembrador de cultura a través del teatro, porque estoy seguro de que a la sociedad le hace falta algo que le ofrezca validez al intelecto y al espíritu. En esta historia por un lado se pierde y, por otro, lo impulsa a uno a seguir adelante.

Estoy convencido de que voy a hacer teatro hasta el día que me muera; seguiré enseñando y dando palabras de paz a la humanidad, concluyó.

 

Fuente: La Jornada

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