Para detener al América hacen falta más que dos goles. No alcanzan ni tres, ni cuatro. Ni siquiera la posibilidad de cerrar series en casa o la ventaja del gol como visitante. El secreto de estas Águilas está en su mentalidad, en ese afán de mostrarse como uno de los equipos más poderosos del futbol mexicano y dar vuelta a circunstancias que parecieran imposibles. Anoche, contra el Morelia, el resultado fue el mismo que en otros años: buscar el partido y ganarlo (2-0), para llegar a otra final.
La desventaja en esta serie era de dos goles. Eso obligaba al cuadro americanista a defender el cero en su portería y derrotar a su rival por la misma diferencia. En menos de 45 minutos, el resultado estaba hecho: Renato Ibarra abrió la cuenta con un derechazo potente y desviado por un defensa, en una descolgada que originó Andrés Ibargüen (36’). Casi enseguida, el Azteca alcanzó su clímax con el cabezazo de Federico Viñas (43’), con la presión y el momento anímico del lado de los locales.
Remontar se ha vuelto costumbre en la historia del América. Tanto en partidos de fase regular y Liguilla, como en encuentros que definen campeonatos. Está en su ADN. Por eso el lleno en la semifinal de vuelta no fue sorpresa. Si la gente pagó un boleto y coreó el “¡Vamos, vamos Améeerica!”, es porque este equipo los representa. Porque su técnico, Miguel Herrera, está tan acostumbrado a la gloria como demanda la historia del conjunto que dirige.
Después del empate global, la esperanza del Morelia se sostuvo en el valor del anotar como visitante. Un gol a su favor obligaba a las Águilas a meter dos más, para dejar el resultado en 4-3. Pero soñar fue imposible. Mucho más con el tanto anulado a José Enrique Ortiz por fuera de lugar, tras ser revisado por el VAR. La historia terminó así para el equipo de Pablo Guede, en una de las mejores campañas recientes de los michoacanos.
Será el Monterrey de Antonio Mohamed el siguiente rival del América en la lucha por el título, en una final inédita, a ida y vuelta, que tendrá como fechas el 26 y 29 de diciembre. Mientras Morelia se fue por el mismo camino que Tigres, el corazón de los azulcremas vuelve a pelear por el título. Sin complejos ni temores; y sí con esa épica que tanto conoce.
El Heraldo de México