A todos nos ha pasado. Parece que casi por ley llega el momento en que un familiar o amigo se acerca a pedir dinero prestado porque está “atorado” con sus deudas.
¿Qué pasa después? En el mejor de los casos tu amigo o familiar te paga, puede ser en la fecha prometida o con algún retraso, pero sucede. En otros, no tan afortunados, llega el martirio: no te paga, tarda demasiado –no un poco– y te pone en aprietos; paga pero se enoja porque les cobras o, peor aún, no paga, se enoja, habla mal de ti y además ¡no te habla!
Antes de que sucedan todas estas tragedias dignas de la literatura griega, te presentamos una pequeña guía para evitarlas:
¿En qué grado está tu amigo o familiar?
En definitiva no es lo mismo prestarle a tu hermano que al primo segundo o a tu amigo íntimo que conoces de años a uno que tienes sólo cuatro meses o menos de conocer o que casi no ves. Además de la confianza, tú ya sabes cómo es esa persona, qué tan honesta es y si cumple con sus promesas.
¿Cómo es con sus finanzas?
Entendido el punto uno es más fácil que sepas cómo se lleva esa pariente o amigo con el dinero. ¿Siempre se está endeudando?, ¿gasta a diestra y siniestra? Quizá debas pensarlo dos veces.
Di “no”
Si de plano tu amigo o familiar no tiene finanzas sanas y siempre está endeudado, lo mejor es decir “no”. Sí, sabemos que parece difícil, pero en realidad no lo es tanto. Explica tus razones de la mejor forma posible y sin ofender y verás que la otra persona lo entenderá. Recuerda: tú no eres beneficencia.
¿Ayudas o haces mal?
A veces prestar dinero no es ayudar, sino alentar que esa persona continúe con malas prácticas financieras. Si tu amigo o pariente no sabe manejar sus finanzas, quizá podrías darle unas “clases” o proporcionarle información sobre cómo manejar su dinero. En cambio si estás seguro de que ese capital se irá directo a algún vicio o evasión de responsabilidades, lo mejor es tomar otras alternativas.
Puedes negociar
Ok. Tal vez esté en un verdadero aprieto o tal vez no, pero te pide una cantidad grande que no puedes dar, negocia y ofrece lo que puedas.
Recuérdale que lo necesitas
Dile a esa persona de forma sutil que ese dinero te lo ganaste con esfuerzo, que te costó trabajo (y en una de esas también puedes hacer este ejercicio para evitar prestar a todos) y que tú también lo necesitas. Recuerda no ofender ni hacerlo sentir mal.
Sé flexible
Tampoco se trata de convertirse en un verdugo de las finanzas. Si tu pariente o amigo está muy estresado y atorado y ya pasaron varios días después de la fecha de pago, sé flexible. Platiquen y establezcan un nuevo plazo y condiciones; incluso pueden llegar a un acuerdo y lograr que te pague de a poco.
No tengas miedo de cobrar
¿Por qué debería darte pena o incluso miedo cobrar? Sí, es difícil, pero no imposible. Sí, tal vez algunos lo vean mal o sientas “feo”, pero lo cierto es que lo justo es cobrar y que te cumplan si te prometieron el pago. Recuerda y recuérdale -de nuevo, de forma sutil y sin ofender- que confiaste en él, que ese dinero no te cayó del cielo y que tienes compromisos que cumplir.
No te enojes
¿Para qué hacerlo? Eso no mejorará la situación, al contrario. Así que la recomendación es que seas empático y amable a la hora de cobrar.
No involucres a otros
Por favor. ¡No lo hagas! Puede resultar contraproducente porque pensará que no tienes la suficiente confianza –y quizá– se “agarre” de eso. No involucres a otros en este y otros aspectos de tu vida. Sólo tú y los involucrados.
Dalo por perdido
Si a pesar de los consejos que te dimos le prestas a un amigo o familiar que bien podría caer en la categoría de irresponsable, entonces da por perdido tu dinero. No porque seas tú su comportamiento va a cambiar, así que asume las consecuencias de tus actos y presta con responsabilidad, y lo más importante: no te quejes.
No seas vengativo
¿No te pagó? No quieres tú “pagarle con la misma moneda” y después pedirle prestado a tu deudor y ¡no pagarle! , o, peor aún hablar mal de él a otros, porque entonces ahí sí la relación podría deshacerse. El diálogo y los acuerdos son la mejor opción.
O regálalo
En los puntos anteriores mencionamos que tú necesitas ese dinero prestado, pero también es justo reconocer que si por el momento estás bien y a ti no te hace tanta falta, puedes regalar el dinero si ves a tu amigo o familiar en un verdadero aprieto.
Fuente: Dinero en imagen