En México, al inicio de 2019, no hubo una sola entidad de la República en la que el ingreso laboral per cápita promedio se ubicara por arriba del valor de la línea del bienestar, según datos oficiales.
Cada 20 de febrero, la Organización de las Naciones Unidas convoca al mundo a una reflexión en torno a los retos y rezagos que existen en cada país en torno a la justicia social. Se busca, mediante este llamado, a redoblar los esfuerzos en los países, para lograr que todas las personas tengan acceso al cumplimiento efectivo de sus derechos económicos, sociales y ambientales de sus poblaciones.
Desde esta óptica, uno de los mayores retos que se enfrentan es lograr que todas las personas en edad de trabajar, y con la posibilidad y deseos de hacerlo, puedan acceder a un trabajo digno, es decir, aquel que además de ofrecer un ingreso suficiente y decoroso permita igualmente el acceso a prestaciones económicas y sociales.
Dicho por el doctor Jorge Carpizo, el Estado democrático de derecho, o es Estado de Bienestar, o no puede ser calificado como democrático; y desde esta perspectiva, lo que es urgente destacar es que en México estamos muy lejos de convertirnos en una auténtica democracia capaz de garantizar de manera integral y progresiva los derechos de la población.
Salarios empobrecedores
Los datos del Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) muestran un panorama de profundos rezagos y enormes desigualdades. En efecto, con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (levantada por el Inegi), el Coneval estima que en el país hay un 39.8% de la población ocupada que percibe ingresos laborales por debajo del valor de la canasta alimentaria.
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En este indicador, las diferencias entre estados exigen una urgente revisión de las condiciones económicas de cada entidad, pues entre Chiapas, el estado de la República con peores indicadores, y Baja California Sur, en donde se registró el ingreso promedio más alto en el IV trimestre del 2018, hay una diferencia de 3.5 veces entre lo que reciben los trabajadores de una entidad y la otra.
En efecto, en Chiapas, el Coneval estima que el 70% de las personas que laboran, obtienen ingresos por su trabajo, por debajo del valor de la canasta alimentaria; en Oaxaca el porcentaje es de 64%; en Guerrero de 62.8%; en Morelos es de 54.9%; y en Veracruz el indicador es de 52.4 por ciento.
Hay además otro grupo de entidades, en donde el indicador se ubica por arriba del 40% de las personas ocupadas en la condición señalada: en Zacatecas es de 49.9%; en Tabasco, de 48.8%, en Tlaxcala es de 47%; en Hidalgo, de 46.6%; en San Luis Potosí es de 46.4%; en Puebla, de 46% y en Campeche, de 42 por ciento.
En esa lógica, es importante destacar los promedios de ingreso que se obtienen en esas entidades, como producto del trabajo que desarrollan las personas. Así, en Chiapas, los datos indican que el promedio de ingreso laboral per capita es de 789.4 pesos reales (26.3 pesos diarios), es decir, deflactados al valor de la canasta alimentaria con precios del 2010; en Guerrero, la segunda entidad con peores indicadores, el promedio es de 870.9 pesos al mes; mientras que en Oaxaca, la tercera entidad con más bajos ingresos en el país, es de 872.7 pesos. Le siguen en esa lista Morelos, con un dato de mil 60.1 pesos al mes, y Veracruz, con mil 114.5 pesos mensuales.
Les siguen en esta lista, los estados de Zacatecas, con mil 188.9 pesos; Tlaxcala, con mil 216.7; Tabasco, con un promedio mensual de mil 228.4 pesos; Hidalgo, con mil 230.3 pesos; y Puebla, con mil 291 pesos al mes. Las otras entidades que completan el grupo de 13 en las cuales se ganan menos de 50 pesos reales diarios son: San Luis Potosí, con mil 408.1 pesos mensuales; Michoacán, con mil 445.6 y Durango con mil 485.5 pesos mensuales promedio por trabajador.
La desigualdad urbano–rural
En nuestro país, las brechas que existen entre las personas que viven en ámbitos rurales y urbanos son igualmente muy grandes. Según los datos del Conenval, el promedio nacional de los ingresos de quienes trabajan es de 1,557.11 pesos al mes (deflactados al 2010). En contraste con esa cifra, en las localidades rurales (localidades con menos de 2,500 habitantes), el promedio es de 878.81 pesos per cápita al mes (29.3 pesos diarios); mientras que en los ámbitos urbanos el promedio es de 1,785.65 pesos al mes, es decir, un promedio de 59.52 pesos diarios.
Es importante hacer notar que los ingresos promedio en los estados más pobres, es decir, Chiapas, Guerrero y Oaxaca, no alcanza siquiera el promedio de lo que se obtiene en general en los ámbitos rurales, lo cual es indicativo de la intensidad y profundidad de la pobreza que se vive en algunos espacios territoriales, particularmente en aquellos donde habitan las personas indígenas.
Una línea muy baja
Uno de los debates que no se han dado con suficiencia en el país, es el relativo a los umbrales con los que se mide la pobreza y la pobreza extrema. En efecto, de acuerdo con el Coneval, en enero del año 2019, la “línea de la pobreza extrema” (canasta alimentaria) se ubicó en mil 120.44 pesos para los ámbitos rurales, y en mil 568.07 pesos para los urbanos. Esto quiere decir que en cinco entidades, el promedio del ingreso laboral per cápita estatal está por debajo de la línea de la pobreza extrema (Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Morelos y Veracruz).
Quizá lo más dramático es que, con los valores del Coneval para enero del 2019, no habría ninguna entidad en que el promedio del ingreso laboral per cápita, supere la línea del bienestar.
Fuente: Dinero en imagen