A sus 25 años, Laura tiene dos meses de embarazo, pero admite que no está lista para ello.
«Hace dos meses, salí y conocí a alguien. No tuve cuidado, me quedé embarazada«, cuenta a la BBC, con una expresión de dolor. «Ha sido duro para mí porque vivo sola. Soy mi propio sostén».
La joven detiene su narración para ver acercarse a un perro callejero al banco donde se realiza la entrevista, en el centro de Tegucigalpa, la capital de Honduras, un país con una de las regulaciones sobre salud reproductiva femenina más estrictas del mundo.
La píldora del día después estuvo prohibida desde 2009 hasta la primera semana de diciembre de 2022 y ahora está disponible solo para mujeres que han sufrido una violación.
El aborto, por su parte, sigue siendo un crimen castigado con hasta 6 años de prisión, incluso en casos de violación o de incesto.
Pero Laura ha oído hablar de un medicamento recetado para tratar el cáncer de estómago que algunas mujeres están tomando para interrumpir sus embarazos. Cuando se inserta por vía vaginal, el medicamento provoca un sangrado intenso de la pared uterina y, en última instancia, un aborto.
Laura reveló que planea comprar estas pastillas a través de un traficante de drogas llamado José, del que dice que es muy conocido entre la gente de su edad en Tegucigalpa.
Dentro del mercado negro
Un equipo de la BBC acompañó una noche a José a una farmacia para recoger los medicamentos para un cliente. En su auto el hombre confesó que una exnovia que trabaja en un hospital le dio la prescripción médica.
El hombre admite que fija su tarifa en función de las posibilidades económicas de cada persona y reveló que la cantidad máxima que ha cobrado son 7.000 lempiras (US$283), aunque lo normal es que cobre 1.500 (US$60).
Enumera sus tipos de clientes con los dedos de las manos.
«Estudiantes, chicas que recién comienzan su vida sexual, madres con experiencia y mayores, mujeres que quedaron embarazadas después de una aventura. En su mayoría son mujeres. Los hombres no se responsabilizan«, explicó.
José dijo que también vende la píldora del día después, pero tiene muchos menos clientes, ya que hay una farmacia en Tegucigalpa conocida por venderla ilegalmente.
El equipo de la BBC lo confirmó yendo a ese establecimiento y comprándola por 230 lempiras (unos US$9).
El año pasado, un grupo de expertos de la ONU estimó que el número de abortos ilegales por año en Honduras podría estar entre los 51.000 y 82.000.
Un «servicio» riesgoso
José asegura que siempre está ocupado. Cuando se le confronta, admite que lo que está haciendo es ilegal y que no tiene formación médica. Pero se justifica diciendo que está brindando un servicio y nombra algunos clientes de alto perfil.
El hombre añade que sus clientes confían tanto en él que incluso le piden ayuda para tomar las pastillas.
«Muchas veces me han solicitado a mí que sea yo quien se las introduzca, porque son dos [píldoras] vía oral y dos vía vaginal y ellas dicen que prefieren que sea alguien que sepa a otra persona», relató.
Aseguró que también proporciona sales de rehidratación oral para ayudar a las mujeres a recuperarse del sangrado.
En el Hospital Escuela de Tegucigalpa, el centro de salud público más grande de la capital hondureña, a menudo llegan mujeres con complicaciones por el sangrado causado por los medicamentos que José y otros traficantes del mercado negro suministran.
Unas 60 mujeres a la semana son tratadas después de que sus embarazos hayan llegado a fin, ya sea por un aborto inducido o por uno espontáneo. El hospital no lleva registros de ambas cosas por separado.
El personal sanitario también atiende a muchas jóvenes de 15 a 17 años que llegan para hacerse pruebas de embarazo. Honduras tiene la tasa más alta de embarazos adolescentes en Centroamérica y más del doble del promedio mundial, según el Informe de Población Mundial 2020 de la ONU.
Los médicos admitieron que es frustrante no poder hacer nada para ayudar a una mujer con un embarazo no deseado, o incluso cuando éste pone en peligro la vida de la madre.
El rol del Estado
Jinna Rosales de Acción Joven, un grupo que apoya a las jóvenes, afirma que la deficiente educación sexual y la prevalencia de la violencia de género están detrás de muchos de estos embarazos y de los abortos riesgosos en los que a veces resultan.
«Si una mujer aborta en Honduras, no es culpa de ella, es culpa del Estado porque no da los recursos para prevenir estas situaciones», asegura.
Para la activista es comprensible que haya oposición a la legalización del aborto en un país donde el 43% de la población se identifica como cristiano evangélico y el 38% como católico. Pero considera que la píldora del día después, que es aceptada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una forma de anticoncepción de emergencia, debería ser menos controvertida.
Los jóvenes activistas de un colectivo en línea llamado Generación Celeste -que se autodefine por la vida, por la familia y por la libertad de Honduras- no están de acuerdo.
Jorge, con quien nos encontramos junto a su compañera activista Alma en la cafetería de un hotel, justifica su rechazo en una de las funciones que, según él, puede tener la píldora del día después, pues asegura que puede impedir que un óvulo fertilizado se implante en la pared uterina.
Para él y Alma, eso la convierte en una forma de aborto.
Jorge dice que basa su opinión sobre la forma en que funciona la píldora en información de la Administración de Drogas y Alimentos de los EE.UU. (FDA), pero a fines de diciembre la FDA actualizó su información para decir que «la evidencia no respalda que la droga afecte la implantación».
La idea de que la píldora del día después constituye una forma de aborto es también rechazada por reconocidas autoridades médicas como la OMS y el Real Colegio de Obstetras y Ginecólogos de Reino Unido.
¿Cómo funciona la píldora anticonceptiva de emergencia?
– Impiden el embarazo al evitar o retrasar la ovulación, es decir, la liberación de un óvulo. La ovulación se produce mucho antes de la implantación.
– La evidencia no respalda que afecten la implantación o el mantenimiento de un embarazo después de la implantación, por lo tanto, no interrumpe un embarazo. Las píldoras anticonceptivas de emergencia no causan aborto.
– Las píldoras anticonceptivas de emergencia no funcionarán si una persona ya está embarazada, lo que significa que no afectará un embarazo existente.
Fuente:OMS, FDA, NHS
BBC