Resulta difícil imaginar que en estas austeras y decrépitas habitaciones se hospedaron un día John, Paul, Ringo y George, los míticos Beatles que en este ashram de India vivieron hace unos 50 años uno de sus períodos de creación más fecundos.
Tras años de abandono, al ashram, donde los Beatles compusieron multitud de canciones, vuelve a recibir a sus admiradores provenientes de todo el mundo.
Fue en ese lugar, el retiro del gurú Maharishi Mahesh Yogi, hoy colonizado por la jungla, donde se compuso la gran mayoría del Álbum Blanco, una de las obras maestras del grupo británico más famoso del siglo XX.
«Antes, la gente se colaba dentro, lo que podía ser peligroso», recuerda el periodista Raju Gusain, que jugó un importante papel en la rehabilitación, parcial, del sitio de Rishikesh, una ciudad de abundante vegetación a orillas del Ganges y al pie del Himalaya (norte).
«Se podían ver huellas de leopardo y boñigas de elefante», agrega. «Levantamos un cercado para mantener a los animales lejos de la reserva de tigres vecina».
Fue en febrero de 1968 cuando los Beatles llegaron a este remoto lugar. Unos meses antes, había muerto de sobredosis de barbitúricos su emblemático representante Brian Epstein, y la tensión era palpable en el seno del Fab Four.
Tras haber seguido en verano de 1967 una iniciación a la mediación trascendental en Gales, los cuatro se dejaron convencer por Maharishi Mahesh Yogi (1917-2008) para que lo siguieran con sus parejas y otra gente a su retiro de Rishikesh.
Dos monos reproduciéndose
Allí se compusieron casi 50 canciones, incluyendo I’m So Tired y The Continuing Story of Bungalow Bill.
El grupo estuvo acompañado del músico Donovan, de Mike Love de los Beach Boys, de la actriz Mia Farrow y de la hermana pequeña de esta última, la ermitaña Prudence.
Esta última pasaba sus días entregada a la meditación, encerrada, lo que causó preocupación entre el resto e inspiró a John Lennon para componer su Dear Prudence.
La fauna de Rishikesh también podría estar detrás de temas de John como Everybody’s Got Something to Hide Except Me and My Monkey, que también podría tratar sobre la heroína y Yoko Ono.
Al ver a dos monos reproduciéndose, Paul y él tuvieron la idea muy eficaz de Why Don’t We Do It in the Road, mientras que la presencia de Mike Love contribuyó al nacimiento de Back in the USSR, parodia de California Girls de los Beach Boys.
Con excepción de Ringo Starr, que solo pasó 10 días allí por problemas estomacales, el resto del grupo disfrutó del retiro y de las sesiones de meditación.
Como una pluma que flotara
«Me sentía como una pluma que flotara por encima de un tubo de aire caliente», contó más tarde Paul McCartney.
A Agit Singh, de 86 años en la actualidad y dueño de una tienda de música que todavía existe, se le iluminan los ojos al recordar el té que les ofreció, con total sencillez, a las estrellas en su tienda.
«Eran muy educados, en absoluto altivos ni nada parecido», explica, asegurando que reparó la guitarra de John. «Eso me impresionó. Siempre digo que eran buena gente».
Con todo, el ambiente se tensó al cabo de un tiempo, especialmente a causa de los rumores de las insinuaciones sexuales de Maharishi a Mia Farrow y su evidente deseo de ganar dinero a costa de ellos.
Paul estuvo en el retiro cinco semanas y George y John, dos meses. Cuando Maharishi le preguntó a John porqué se iban, Lennon le contestó, al parecer: «usted debería saberlo, si tan cósmico es».
Aún así, los Beatles contribuyeron indudablemente a la fama de Rishikesh entre los occidentales y a la popularidad de la meditación. Maharishi llegó incluso a ocupar la portada de la revista Time.
Abandono y rehabilitación
Su ashram prosperó durante un tiempo, pero luego fue en declive, hasta ser abandonado en 2001. La vegetación se fue apoderando del lugar y los grafitis no tardaron en aparecer.
Así estuvo hasta 2016, cuando empezó a ser rehabilitado.
En la actualidad, hay que pagar una entrada -600 rupias los extranjeros (7,50 euros) y 150 rupias los indios- para entrar al lugar, en el que hay una cafetería, una exposición de fotos y paneles informativos.
Atta Curemann, una turista estadunidense de 68 años, espera que la reforma no vaya demasiado lejos.
«La primera vez que vinimos, hace cuatro o cinco años, estaba abandonado y tuvimos que sobornar a alguien para entrar», dice a la AFP. «Pero espero que no lo dejen demasiado bonito y perfecto, porque queremos poder sentir su historia».
Fuente: Excelsior