‘Black Phone’, la nueva cinta de terror de Scott Derrickson (‘Doctor Strange’, ‘El exorcismo de Emily Rose’) en la que Ethan Hawke da vida a un asesino en serie de niños, llegó a la pantalla grande´.
Un terrible pero metódico criminal que recuerda a tantos y tantos psicópatas retratados en el cine y la televisión y que van desde Norman Bates (‘Psicosis’) hasta Hannibal Lecter (‘El silencio de los corderos) pasando John Doe (‘Seven’), Anton Chigurh (‘No es país para viejos’), Patrick Bateman (‘American Psycho’) y ahora también el asesino de Black Phone, un criminal enmascarado conocido como The Grabber (El Captor).
Una figura, la del psicópata y su reflejo en la gran pantalla, que analizó Juan Enrique Soto, Doctor en Psicología y creador de la Sección de Análisis de Conducta de Policía Nacional, la cual dirige desde el 2010, y donde desarrolló el método VERA (trazado de perfiles criminales) que se utiliza en la resolución de casos a nivel internacional.
En un evento celebrado en Madrid, Soto desgranó la distinta tipología de estos delincuentes, los fenómenos (tanto fisiológicos como sociales) que podrían explicar sus terribles actos, los mecanismos de funcionamiento de sus retorcidas y disfuncionales mentes y los métodos que se utilizan para la investigación de crímenes similares al relatado en la película.
Y, curiosamente, Soto arranca su exposición asegurando que, desde el punto de vista estrictamente científico, el concepto de psicópata es discutido y discutible.
Tratar de responder qué es la psicopatía es bastante complicado, porque es un concepto más popular que científico» , expone el experto que señala como dato curioso que todos los estudios sobre estos perfiles se han realizado sobre población reclusa masculina, no femenina.
Series de televisión, películas o documentales sobre asesinos en serie han moldeado una imagen del psicópata que está «muy arraigada» en el imaginario colectivo a pesar de que, subraya este doctor en Psicología, en el ámbito científico «no se considera la psicoptatía como un trastorno de la salud metal». Incluso a nivel judicial, recuerda, tampoco es un término que se utilice formalmente en los procesos.
La psicopatía no existe como tal, como un trastorno de la salud mental, y eso es en gran medida porque no sabemos exactamente lo que es. Sabemos que hay algo… pero cuesta definirlo y no hay consenso al respecto», señala el experto que, a título personaje, expone su muy contundente y certera definición del psicópata: «Un egoísta sin escrúpulos».
«¿FUE ANTES EL HUEVO O LA GALLINA?»
Conceptos como la agresividad innata en la naturaleza humana inhibida por el miedo al castigo, el remordimiento y la conciencia o las normas sociales son elementos que ayudan a comprender cómo funciona la mente de estos individuos calificados como psicópatas.
Y a la eterna pregunta de si el psicópata nace o se hace, la respuesta tampoco es clara.
Si es una cuestión biológica o social… Se trata de una mezcla. Influyen tanto cuestiones genéticas como también el entorno en el que se desarrolla la personalidad», señala Soto, que a la hora de enumerar los criterios que tradicionalmente se han asociado a los psicópatas, y que han popularizado su imagen (no tiene alucinaciones, no empatiza, no se pone nervioso, tiene un encanto externo, egocentrismo patológico, vida sexual impersonal o conducta antisocial), subraya que sus años de experiencia y el estudio de muchos casos, ponen muy en duda estas notas presuntamente distintivas. Lo que sí está científicamente comprobado son las singularidades que presentan los cerebros de los psicópatas, cuyo núcleo accumbens, el responsable de la dopamina, se activa ante el sufrimiento ajeno. Con situaciones o imágenes que al resto nos darían miedo u horror, en los psicópatas produce placer. Sus cerebros funcionan diferente», afirma Solo que insiste en que el gran misterio todavía es saber si son estas singularidades en su morfología y funcionamiento cerebral la causa de su psicopatía… o si precisamente porque son psicópatas su cerebro funciona diferente. «¿Qué fue antes, el huevo o la gallina?», se pregunta.
Otro de los interrogantes más interesantes es por qué la incidencia de este tipo de casos es mayor en unos países que en otros. En este sentido, Soto recuerda cómo figuras como «el asesino de la Baraja» o «el asesino de la Katana» pasan a la historia del la crónica negra de España por su singularidad, mientras que en otros países como Estados Unidos la realidad es muy distinta… y escalofriante: «Aquí son tan pocos, que estadísticamente casi no cuentan. Pero cuando hablas con un agente del FBI te dice que calculan que habrá unos 50 asesinos en serie operando en el país en un mismo momento».
DOS TIPOS DE PSICÓPATAS
En cuanto a los tipos de psicópatas, Soto distingue entre primarios y secundarios.
«Son diferentes en su forma de ser, en el funcionamiento de su biología y en su comportamiento», señala Soto que expone que los primarios son aquellos que actúan de forma fría, calculadora y «sin miedo al castigo».
Este último y definitivo rasgo tiene una explicación biológica, ya que en sus cerebros la amígdala responsable de experimentar el miedo está menos desarrollada que en el resto de personas. Por tanto, explica el experto, si son incapaces de desarrollar miedo al castigo sus conductas no se inhiben y hacen lo que desean sin estar condicionados por la experiencia.
Su hipocampo también es muy pequeño, significativamente más reducido que el del resto de personas y, por tanto, no aprenden. El cociente de miedo que tienen es muy escaso. Lo que no sabemos todavía es si tienen la amígdala y el hipocampo pequeños porque son psicópatas, o son psicópatas porque tienen la amígdala y el hipocampo pequeños» «, insiste de nuevo Soto que destaca que este psicópata primario sería «el modelo de asesinos que encajaría más con las películas» en figuras como Hannibal Lecter o el asesino de ‘Black Phone’.
En el caso de los secundarios, se trata de que psicópatas que actúan por impulsos y, si bien sí van aprendiendo de su experiencia y sí sienten miedo al castigo, el problema aquí es que tienen «baja tolerancia al aburrimiento» y que «su deseo es tan potente que no se pueden controlar».
Estos tienen una amígdala y un hipocampo igual que el del resto de personas. Es decir, experimentan miedo y aprenden. Pero en este caso su deseo es tan potente que nada les frena», señala el Soto que subraya que este tipo de asesinos suele ser más violentos y más «chapuceros» ya que, al actuar por impulsos y sin planificar sus crímenes, suelen dejar más pruebas, cometen más errores y, por tanto, son más fáciles de cazar.
Pero al igual que en el caso de los primarios, esta disfuncionalidad cerebral que presentan los psicópatas secundarios en esa parte «más antigua y más emocional» de nuestra mente tampoco explica totalmente su comportamiento. Y es que, señala el experto «no todas las personas extremadamente impulsivas acaban siendo asesinos en serie». «Les puede dar por otras cosas, por deportes de riesgo, por ejemplo (…) Todavía nos queda mucho por aprender y hay que analizar caso por caso», concluye.
El director Scott Derrickson regresa al terror con esta cinta producida por Blumhouse, protagonizada por el cuatro veces nominado al Oscar Ethan Hawke y basada en el premiado relato de Joe Hill incluido en el libro ‘Fantasmas: El pasado no está muerto, ni siquiera es pasado…’.
Un sádico asesino secuestra a Finney Shaw, un chico tímido e inteligente de 13 años, y le encierra en un sótano insonorizado donde de nada sirven sus gritos. Cuando un teléfono roto y sin conexión empieza a sonar, Finney descubre que a través de él puede oír las voces de las anteriores víctimas, las cuales están decididas a impedir que Finney acabe igual que ellas», dice. sinopsis oficial de Black Phone.
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