Una ola de contagios de coronavirus está afectando a la población carcelaria de Estados Unidos (EU), la más grande del mundo, pese a que el país comienza a retomar la actividad económica con el argumento de que ha detenido el avance de la pandemia.
- Una prisión en Marion, Ohio, es la más infectada del país, con más del 80% de sus casi dos mil 500 reclusos y 175 empleados contagiados.
Las muertes por el COVID-19 están aumentando en las cárceles de EU, y los funcionarios tienen pocas opciones: no pueden garantizar el distanciamiento adecuado en las abarrotadas celdas y enfrentan escasez de personal médico y de equipos de protección.
La amenaza para más de dos millones de presos se palpó la semana pasada con la muerte de Andrea Circle Bear, una mujer estadounidense de 30 años de Dakota del Sur.
Bear entró embarazada en marzo en una prisión federal de Texas por cargos de drogas. Pronto se contagió y fue intubada. Dio a luz por cesárea y murió unas semanas más tarde.
Bomba de tiempo
Los presos de cárceles de los estados de Washington y Kansas ya han protagonizado algunos disturbios por la protección inadecuada y la lentitud en las respuestas de las autoridades penitenciarias. Además, los casos de COVID-19 entre los funcionarios de prisiones han hecho que las instituciones sean aún más difíciles de gestionar.
El jueves, en el Centro Correccional de Lansing, en Kansas, el guardia David Carter renunció después de 15 años profesión porque era mejor quedarse sin salario que arriesgar su salud y la de su familia.
Ya no puedo trabajar más en un centro que es una bomba de tiempo», dijo en su carta de renuncia.
No son prioridad
Se cree que el brote de la prisión de Marion es solo la punta del iceberg. Debido a la mezcla de organismos que administran las cárceles (las autoridades federales, estatales y locales tienen las propias, y muchas están a cargo de empresas privadas con fines de lucro), las pruebas y la información otorgada ha sido caótica.
Covid Prison Data, un grupo de expertos en justicia penal y datos, afirmó que, según información pública, 13 mil 436 reclusos y 5 mil 312 trabajadores de prisiones del país han dado positivo por coronavirus.
Pero muchos estados, así como el sistema penitenciario federal, han realizado pocas pruebas. Cinco de los 50 estados ni siquiera ofrecen datos.
Las razones por las que las cárceles son más propensas a sufrir el coronavirus están claras: las poblaciones carcelarias son más densas y más difíciles de separar que los hogares de ancianos o los cruceros, dos sectores muy golpeados por la pandemia.
También la higiene es más precaria, y una gran cantidad de reclusos tienen patologías previas. Sin olvidar que para las autoridades, la prisiones no son una prioridad máxima.
No hay opción de cerrar las cárceles
Las cifras publicadas la semana pasada muestran la dimensión del problema. La Oficina Federal de Prisiones, que cuenta con 152 mil presos y 36 mil empleados, encontró brotes de COVID-19 en más de la mitad de sus 122 instalaciones.
Sin embargo, se han hecho menos de 3 mil test, a los que mil 842 presos y 343 empleados dieron positivo. Un total de 36 reclusos ya han muerto por la pandemia.
Solo el jueves, la oficina informó de tres muertes en la prisión de Terminal Island, cerca de Los Ángeles, donde cerca del 60 % de los mil 50 reclusos está enfermo de coronavirus.
El director de la Oficina de Prisiones, Michael Carvajal, se quejó de la escasez de pruebas y dijo que la cuarentena es difícil. «No tenemos la opción de cerrar nuestras puertas, o elegir quién o cuándo ponen a alguien bajo nuestra custodia», dijo el miércoles.
Es un Infierno
La situación aún está menos clara en las cárceles estatales de EU, donde está la mayor parte de la población de presos del país. Algunos estados como Ohio ahora están incrementando la cantidad de pruebas y publican datos. Otros están haciendo menos.
Un indicador de lo que podría ser la realidad: CoreCivic, una empresa privada que opera decenas de prisiones, hizo dos mil 725 pruebas entre reclusos y personal de la cárcel de Trousdale Turner, en Tennessee. Unos mil 299 reclusos y 50 empleados dieron positivo, casi todos sin síntomas.
Grupos de defensa de presos denuncian que se ha hecho poco a nivel estatal y federal para liberar a los presos que no son violentos o los que están a punto de cumplir su condena. Esto disminuiría el riesgo de contagio y dejaría más espacio en las instalaciones.
De los más de diez mil en las prisiones de Kansas, «solo seis encarcelados han sido puestos en libertad», dijo la defensora pública Heather Cessna.
Brian Miller, funcionario de la prisión de Marion, advirtió que la situación empeorará. Miller, que padece COVID-19, dijo que, con tantos enfermos, no tienen suficiente personal para limpiar las instalaciones y administrar a los internos. «Las cosas se han desbordado en esta instalación», dijo. «En este momento es el infierno».