Retrasar la introducción de alimentos: una posible causa de alergia

Las alergias alimentarias afectan a más de 17 millones de personas en Europa, de las cuales tres millones y medio son menores de 25 años. El aumento más notable de las cifras se está viendo en los niños, y es que según la SEIAC, sólo en nuestro país la prevalencia de alergias ha pasado de un 3,6% en 1992 al 10,1% en 2015.

Pero no sólo han aumentado las cifras de alérgicos, sino también el número de reacciones graves provocadas por ciertos alimentos.

Hay muchas teorías que explicarían el aumento de los casos de alergia, pero en la reunión «Controversias y Novedades en Alergias», la doctora Montserrat Fernández-Rivas expuso que un exceso de higiene y una introducción tardía de ciertos alimentos en la dieta de los bebés podrían ser los principales causantes de este alarmante incremento de cifras.

Por ello, una de las recomendaciones que lleva tiempo dándose en las consultas de pediatría está la de no retrasar la incorporación de la alimentación complementaria en el bebé, si no hay una causa médica que lo justifique.

Por tanto, y tras los seis meses de lactancia exclusiva que aconseja la OMS, podríamos comenzar a introducir en la dieta casi cualquier alimento, incluso aquellos potenciamente alérgicos como los frutos secos, el huevo o el pescado.

En el caso de los cacahuetes, los últimos estudios hablan de que una introducción precoz en la dieta del bebé podría disminuir la probabilidad de que desarrollara alergia en un futuro:

«No hay porqué retrasar la introducción de ningún alimento si no hay una indicación médica. Se ha demostrado, por ejemplo, que la introducción en torno a los seis o siete meses de alimenos como los cacahuetes (¡¡siempre molidos por el riesgo de atragantamiento!!) en la dieta de niños con alto potencial de alergia, disminuye la probabilidad de que desarrollen alergia a este fruto seco en un futuro»

Pero estas indicaciones hace unos años no eran así…

A estas últimas conclusiones se ha llegado hace relativamente poco tiempo, ya que la tendencia durante los últimos 20 años fue la de evitar estrictamente aquellos alimentos susceptibles de provocar alergias: «Pero ahora sabemos que eso es falso»

Es por ello que las recomendaciones pediátricas para la introducción de la alimentación complementaria están cambiando, al igual que las indicaciones que reciben las embarazadas y madres lactantes sobre que tienen que comer de todo.

En el caso del huevo, por ejemplo, años atrás muchos padres recibimos la pauta de incorporarlo en la dieta de nuestros hijos entre los nueve y los doce meses de edad. Pero ahora se sabe que los bebés pueden comenzar a consumir huevo a partir de los seis meses, lo que además minimizaría el riesgo de aparición de alergia.

Lo mismo ocurre con el pescado, otro de los alimentos que ha ido sufriendo distintas variaciones a la hora de recomendar su introducción en la dieta, hasta llegar a las recomendaciones actuales de ofrecérselo a los niños a partir de los seis meses (aunque habría que evitar los peces grandes por la cantidad de mercurio que acumulan).

En resumen, el retraso en la introducción de la alimentación complementaria no sólo no estaría justificado, sino que hacerlo podría favorecer la aparición de alergias alimentarias. Por tanto, los alimentos se deben ir introduciendo a partir de los seis meses y siempre de forma paulatina, observando reacciones para detectar posibles alergias o intolerancias alimentarias, especialmente si el bebé tiene predisposición alérgica.

¿Y cuándo ya existe una alergia alimentaria?

Cuando ya existe una alergia alimentaria, principalmente en los casos de alergia a las proteínas de leche de vaca y al huevo, los últimos estudios realizados por la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP) y presentados en la «Guía mundial científica sobre inmunoterapia oral a alimentos» hablan de la exposición temprana al alimento alérgeno como método eficaz para conseguir la tolerancia.

Este sistema, conocido como inmunoterapia oral, consiste en ofrecer al niño el alimento al que es alérgico en cantidades pequeñas, y siempre bajo supervisión médica. Poco a poco se irán incrementando las cantidades para obligar al sistema inmunológico a que desarrolle una tolerancia.

El Grupo de Trabajo de Alergias Alimentarias de SEICAP, nos explica que la repercusión que tiene para los niños alérgicos esta nueva forma de «curación» de las alergias alimentarias:

«Los estudios llevados a cabo por expertos han demostrado que cuanto antes se inicia la inmunoterapia oral a alimentos a los que el niño es alérgico, mejor pronóstico de curación tiene»

De igual modo, en la reunión se analizó otra de las líneas en la que llevan tiempo trabajando los alergólogos españoles y que consiste en la introducción progresiva de leche o huevo procesados como forma de intervención para favorecer el desarrollo de tolerancia en los niños alérgicos.

«Se ha visto que los productos procesados reducen su alergenicidad sin alterar su impacto en el sistema inmunologico por lo que su introducción en las pautas de desensibilización puede acelerar su inducción a la tolerancia»

Así pues, incluso en los casos de alergias alimentarias vemos que la tendencia está cambiando en pos de una introducción precoz del alimento alérgeno que ayude al paciente a alcanzar la tolerancia.

Y para concluir, desde la Fundación de la SEAIC recuerdan también la importancia de que un dietista o experto en nutrición haga un seguimiento del paciente con alergias alimentarias, ya que las dietas de exclusión pueden incurrir en deficiencias nutricionales que afecten a la velocidad de crecimiento.

«La valoración, basada en la historia clínica, exploración física y determinación bioquímica de parámetros nutricionales entre otros elementos, debe complementarse con la identificación de posibles carencias como consecuencia de la maduración o cambios de actividad y con la verificación del desarrollo de tolerancia».

«La intervención nutricional deberá ser individualizada en cada caso atendiendo a las características del paciente y al alimento excluido, sin olvidar los requerimientos energéticos y la distribución de principios inmediatos atendiendo a la edad y el sexo del paciente»

 

Fuente: Plano informativo

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