Desde el minuto dos, Pumas comenzó a derrumbar la racha de 36 años sin ganar a Chivas en territorio rojiblanco, lo hizo con un 3-1, ordenado, y con dosis de suerte.
A David Patiño le han respondido todos sus pupilos. En los momentos malos cerraron filas con él y en los buenos corrieron a abrazarlo, así lo hizo Matías Alustiza, al anotar el 1-0, al minuto dos. Corrió y abrazó a su técnico.
Chivas quiso mantener la marca sobre los universitarios. Hubo dos remates de Alan Pulido que terminaron dentro de la portería de Alfredo Saldívar, uno fue anulado y el segundo contó como el empate a uno.
La maldición de 36 años sin ganar en territorio rojiblanco, por llamarle de alguna forma, merodeó a Pumas en el primer tiempo, justo cuando a Saldívar se le escurrió un balón por debajo de las piernas y alcanzó a salvar a milímetros de que rebasara la línea de gol.
Para evitar más imprevistos, un canterano sacó la casta. Brian Figueroa, olvidado en la época de David Patiño, lo intentó al minuto 40’ desde afuera del área. Su disparo fue perfecto, hizo curva y se clavó en el ángulo del arco de las Chivas.
Los rojiblancos salieron a salvar su dominio sobre los universitarios en el complemento, pero Pumas por fin fue ordenado.
No hubo más descuidos en defensas, con dos líneas de cuatro contuvieron los ataques rojiblancos y apenas se notó que Iturbe, junto Alustiza, abandonaron por lesión.
La marca sin ganar en la casa de las Chivas terminó de la forma más inverosímil, con un autogol de Benjamín Galindo, el hijo del Maestro.
Fuente: Excelsior