Las seis causas más comunes por las que duelen las rodillas, y cómo acallar el dolor

En España, el dolor crónico afecta al 18% de la población y supone un coste económico que alcanza entre el 2% y el 3% del PIB, unos 16.000 millones de euros. En gran parte de los casos, el problema se localiza en la articulación más grande y compleja del ser humano, la rodilla, y es habitual que el origen esté relacionado con la edad. Pero hay otras causas. No hacer ejercicio y ganar peso también acaba convirtiéndose en un suplicio para las rodillas. Pasarse con el ritmo al hacer ejercicio puede desencadenarlo, a veces es el trabajo el que lo motiva. Hasta el calzado inadecuado puede tener la culpa. Son algunos de los casos que los especialistas ven a diario en sus consultas, situaciones cotidianas que merman la calidad de vida, que varían en cada etapa de la vida y para las que muchas veces hay remedios eficaces.

El dolor de crecer demasiado deprisa

Hay niños y adolescentes que sufren el dolor de rodillas localizado en la cara anterior de la articulación. Suele aparecer cuando están sentados, al estirar las piernas para ponerse más cómodos o al levantarse, por eso se conoce como un signo de «claudicación de butaca». Para estos jóvenes, las escaleras se tornan en un tormento, especialmente bajarlas, y, habitualmente, los estudios de resonancia magnética no detectan problema alguno. «Muchas veces también está presente un brote de crecimiento próximo al momento en que empezó el dolor, junto con un hábito inadecuado –por ejemplo, malas posturas como sentarse doblando las rodillas demasiado– o un abuso en deportes intensos, con descansos mal planificados e insuficientes», señala Fernando Sanz Zapata, jefe de la unidad de Rodilla de la Clínica CEMTRO de Madrid.

El problema está en que los niños crecen rápido en altura pero tienen un desarrollo muscular más lento, lo que provoca una vulnerabilidad. Sanz apunta que el «típico adolescente que ha dado el estirón, al que sus padres corrigen continuamente para ‘que se enderece’, refleja un insuficiente tono muscular de la espalda para su nueva altura. Los dolores tienden a desaparecer cuando cesa el estímulo que los produjo o simplemente cuando mejora su estado muscular. El reposo y la fisioterapia son las bases del tratamiento», explica Sanz.

Una dolorosa factura por opositar

Una vez pasa la adolescencia, que a uno le duelan las rodillas es una posibilidad que continúa siendo una realidad; entre los jóvenes suele pasarle a personas que preparan en poco tiempo pruebas físicas como las que hay que superar para acceder a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Tienden a ser «abusadores de rodilla», al recurrir a rutinas de entrenamiento autodiseñadas, con todos los errores que ello puede acarrear. «En muchos casos no han llevado una vida demasiado activa y están muy motivados porque ven en las oposiciones un empleo estable. Suele ser difícil explicarles que los dolores se deben al sobreesfuerzo, que su nivel de entrenamiento les está superando y que de no saber parar a tiempo pueden llegar a tener una lesión que precise tratamiento quirúrgico», advierte Sanz. Frenar el ritmo, por muy difícil que les parezca, es lo que deberían hacer.

Del sedentarismo al ‘running’, pasando por la consulta

Hacer ejercicio es uno de los mejores regalos que uno puede hacerle a su salud, pero conviene no pasar sin más de tener alergia al deporte a prepararse para correr maratones. Las articulaciones de las personas que no hacen correctamente la transición a una vida activa pueden sufrir bastante. «Están en edades medias, por lo que el daño en el cartílago puede estar presente de manera silente, y a veces padecen algún grado de desalineamiento de miembros inferiores, que no les hace aptos para cualquier deporte, sobre todo los más exigentes», advierte Sanz. Por otra parte está el sobrepeso es uno de los factores de riesgo que mayor impacto tiene en la cadera, la rodilla y el tobillo: acelera la degeneración del cartílago -el de la rótula se lleva la palma- y la aparición de artrosis.

Una resonancia magnética diagnostica los daños del menisco y edemas óseos, que son señal de que se ha cargado un peso superior al que puede soportar el cuerpo, explica Sanz. En esos casos, los médicos recomiendan reposo, fisioterapia y una vuelta sosegada a la actividad física. También es aconsejable perder peso a través de la dieta y practicar deportes que tengan menos impacto que el running«Hay que dejar los deportes más exigentes y duros para cuando se tenga el peso adecuado y una forma física suficiente. Correr siendo obeso no es la mejor forma de perder peso», recalca el traumatólogo.

Los problemas de ‘trabajar’ la rodilla demasiado

Es el caso de mecánicos, fontaneros, albañiles y otros profesionales que suelen trabajar de rodillas y en cuclillas, o que manejan mucho peso todos los días. Los especialistas también los consideran «abusadores de rodilla». «Es frecuente ver a un trabajador de edad media con dolor en la zona interna de la rodilla al agacharse, con episodios de hinchazón y sensación de enganche en ciertos momentos, es decir, el que suele tener ‘días buenos y días malos’. Es el caso típico de la rotura meniscal degenerativa, una condición natural asociada al envejecimiento articular que, en condiciones de carga más livianas, pasaría desapercibida clínicamente y que, aunque se observa en una resonancia magnética, no se opera si no da síntomas», describe el experto de la Clínica CEMTRO.

Sea cual sea la edad y el trabajo que tengamos, la manera de vestir los pies también influye. «El uso de un calzado adecuado a las necesidades de cada persona puede reducir notablemente los dolores articulares. En el caso de quienes padecen un desequilibrio en los ejes femorotibiales, se recomienda colocar cuñas en los zapatos para evitar o ralentizar el dolor y la degeneración articular, y corregir así el desequilibrio que evitaría una cirugía», indica Ramón Cugat, jefe del servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Hospital Quirón de Barcelona.

Artrosis: cuando la edad no perdona

Los años no pasan en balde para ninguna región del cuerpo humano, y las enfermedades degenerativas acaban por aparecer. La artrosis va cercando las rodillas hasta que los cambios metabólicos aparejados al envejecimiento se traducen en una dolorosa reducción del espesor del cartílago. También empeora su textura y la capacidad de transmitir las cargas se deteriora. A medida que la enfermedad progresa, la articulación se deforma y ensancha en un intento de aumentar la superficie para disminuir la presión, lo que hace perder movilidad y provoca crujidos. «Los pacientes se quejan de entumecimiento matutino, que mejora según ‘calienta’ en pocos minutos, y de dolor con sobrecargas leves o moderadas. Suele haber etapas sin síntomas que alternan con otras muy molestas, con crisis de dolor e inflamación», observa el traumatólogo Fernando Sanz.

Sus recomendaciones para sobrellevar la artrosis, previa consulta con el especialista, son mantener hábitos de vida saludables como no ganar peso, hacer actividad física regular que no genere dolor, recurrir a la fisioterapia y tomar antiinflamatorios durante el tiempo indispensable cuando se presente una crisis. «A veces, las infiltraciones ayudan puntualmente. En etapas finales de la enfermedad, y si el tratamiento conservador ha fracasado, la prótesis es el tratamiento definitivo». Además, «una dieta adecuada con aporte suficiente de nutrientes, minerales y vitaminas, ejercicio diario adecuado a sus capacidades y controles médicos periódicos son hábitos a tener en cuenta», añade Cugat.

Artritis, de la inflamación a la prótesis

La artritis reumatoide es el paradigma de las enfermedades inflamatorias, que afectan simultáneamente a muchos órganos, además de las articulaciones. Se definen por un problema de autoinmunidad que, si no se trata adecuadamente, puede destruir rápidamente la articulación. Quienes la padecen constituyen el foco de atención de la reumatología. Sanz explica que «cursan con dolor, inflamación y entumecimiento que tarda mucho tiempo en mejorar ‘con el calentamiento’, una vez el paciente se pone en marcha. Con los nuevos tratamientos, se controlan muy bien y rara vez debemos tratar antes de lo esperado a estos pacientes. Lo habitual es encontrarlos en las consultas a edades avanzadas para valorar la colocación de una prótesis total de rodilla».

La creciente necesidad de permanecer activos y con buena calidad de vida hasta edades avanzadas motiva la implantación de prótesis entre los más mayores cuando fracasa el tratamiento conservador y la rodilla está desgastada. «Con los nuevos avances en el diseño, se ha podido extender su empleo a casos de gente no tan mayor, en los que la destrucción de la articulación hace que no haya otra alternativa plausible de tratamiento, por ejemplo, en personas con artrosis de rodilla por un accidente de tráfico. Si bien el dolor y la funcionalidad de la rodilla mejorarán, su expectativa vital puede superar a la vida útil de la prótesis y precisar un recambio al llegar a una edad avanzada», subraya el experto.

 

EL PAÍS

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