“Me llamo Rubén Santiago”; contra el olvido

Cuando Rubén Santiago volvió del Distrito Federal a Texas, llegó con un millón de pesos en el bolsillo, la promesa de casarse con Denise y un diploma autografiado por Joseph Blatter que lo reconocía como el creador del logo de México 86. El diseñador mexicano había ganado un concurso entre siete mil propuestas y estrechó la mano del directivo suizo que aterrizaba en la capital para inaugurar el segundo mundial de futbol realizado en tierras mexicanas, ése de La mano de Dios, la Chiquitibum, Pique y el penal fallado de Hugo Sánchez.

Rubén alcanzó a ser testigo del duelo inaugural entre Italia y Bulgaria en cualquier tribuna del Estadio Azteca, maravillado de que su criatura, “el mundo unido por un balón”, se asomara en la cancha, en la pantalla gigante y hasta en la mercancía pirata. A sus 30 años se dejaba querer en entrevistas de la TV (visitó a Memo Ochoa, el periodista) y se imaginaba un futuro con mucha fama y más fortuna.

Pero la FIFA trató mal a Santiago. Lo convirtió en autor desconocido por 33 largos años, “algo que se transformó en decepción, disgusto y frustración” para Rubén, aunado a que “me mudé a un país al que no le interesaba el soccer”.

Rubén Santiago se casó con Denise, se compró un carro Sakura y puso un despacho de diseño, donde su carta de presentación era el premio ganado con aquel logotipo que mostraba un balón y dos mundos. Un auto compacto en aquellos años costaba 30 mil pesos, por lo que el premio había sido generoso. Sólo que la fama de Santiago fue efímera.

Santiago lo cuenta vía telefónica. “Hace tres meses busqué en Google el logotipo de México 86 y apareció con el texto ‘autor desconocido’. Revisé en la página de la FIFA y encontré el mismo resultado. Inquieto y molesto, comencé a recabar información y armar un blog para enviárselo a la federación. Quería recordarles quién es el autor del logotipo de México 86”.

 

 

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El tiempo puso las cosas en su lugar, aunque de una manera extraña. A mediados de agosto, el portal de la FIFA realizó una encuesta en la que 340 mil internautas votaron por el logo más bonito de las Copas del Mundo. Se hizo una eliminatoria entre los 21 logotipos para que quedaran 16 e iniciar con enfrentamientos directos. El emblema de México 70, por ejemplo, no pasó la primera aduana al caer ante el logo de Italia 34.

Rubén Santiago no se había enterado que su logotipo del mundo unido por un balón se asomaba de nuevo a escena y que en la primera ronda hacía a un lado al diseño de Italia 90. Después sobrevivió al duelo ante el logo moderno de Rusia 2018 y luego tuvo un polémico enfrentamiento ante Uruguay 30, en donde votantes sudamericanos no aceptaron que su diseño cayera ante el mexicano.

La final fue ante Sudáfrica 2010, la semana pasada. Muy peleada. Fueron 140 mil 935 votos y una decisión de 53 % para México 86 y 47% para los del Waka Waka. Y otra vez la FIFA anunciando que el diseño ganador era de autor desconocido.

Entonces comenzaron los medios mexicanos a investigar. ¿Quién era ese autor desconocido? ESPN disparó primero: Es mexicano, se llama Rubén Santiago y vive en Texas.

Primero fue mi hermano René quien llamó para decirme que el logo de México 86 había ganado a los demás de las Copas del Mundo. Luego comencé a recibir llamadas de periodistas mexicanos. Y estoy muy agradecido, pues ahora el mundo recuerda quién diseñó el logotipo de México 86. Soy Rubén Santiago, soy diseñador mexicano y sigo viviendo en Texas”, comenta emocionado Rubén, quien sigue casado con Denise, con la que procreó varios hijos.

 

 

Y repite lo que ha dicho a los que le han llamado: “Yo vivía en Dallas y un día de 1983 mi hermano René me habló por teléfono para decirme que los diarios de México habían sacado un desplegado para un concurso del logotipo que representara al Mundial del 86. Yo había ganado varios premios en Texas y me animé. Hice varios diseños y al final me decidí por uno que tenía un balón en el centro, uniendo los dos hemisferios del planeta. Como buen diseñador, mandé cuatro propuestas por paquetería. Ganó el diseño más sencillo”.

En abril del 84 le hablaron del comité organizador de México 86. Meses más tarde, Rubén Santiago se paraba en un hotel de la Ciudad de México para recibir su diploma y el enorme cheque por un millón de pesos. El locutor Jorge Alberto Riancho anunciaba al ganador y ahí estaban Joseph Blatter y los mexicanos Guillermo Cañedo y Rafael del Castillo para estrecharle la mano. Lo miraban emocionados su papá Raúl Santiago y su hermano René. También la estadunidense Denise, su entonces prometida.

 

 

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El Rubén Santiago de hoy tiene 63 años. Nostálgico, se recuerda en el trágico Tlatelolco del 68. “Vivía en el edificio número 6 del ISSSTE y me tocaron muchas escenas entre soldados y estudiantes. Yo iba en la secundaria 16 que está en la explanada de las Tres Culturas y tenía amigos en el edificio Nuevo León. Recuerdo que me gustaba dibujar y me interesé por los diseños de los Juegos Olímpicos de México 68. Quería ser arquitecto, pero esos logos me inclinaron a convertirme en diseñador. Soñaba en lograr algo grande”.

Años después, Rubén consiguió una beca para estudiar diseño en la Abilene Christian University de Texas. “Mi intención era graduarme y regresar a México para desarrollarme como diseñador y publicista”. Sólo que en el camino conoció a Denise y varios premios locales lo atraparon.

Santiago tiene un premio del que habla poco. “Fue después del 86 cuando querían conmemorar el primer bombardero nuclear en Estados Unidos (B-1B Lancer) y lanzaron la convocatoria para el emblema que llevaría el avión en el fuselaje. Yo lo hice y gané en aquel entonces unos 10 mil dólares. Soy antibélico, por lo que no me gusta mencionarlo”.

Rubén dice que si tuviera que hacer otro diseño para una copa del mundo “sería totalmente distinto” al del mundo unido por un balón.

El diseño cambia con los años, más ahora con tanta tecnología y computadoras. El mío lo hice a mano y me sorprende que ganara en votación sobre algunos ya hechos por computadora”.

No descarta hacer un diseño para el mundial de 2026 que se realizará en Canadá, Estados Unidos y México, “si es que hacen la convocatoria”.

Por lo pronto aprovechará el boom que logró la votación de la FIFA para reconocer su diseño como el más bonito de las Copas del Mundo. Sabe que no todos votaron por él. “No puedo complacer a todos, pero el reconocimiento no te lo quita nadie”.

 

Excelsior

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