Alejandro Camacho: actor, villano y seductor

El teatro fue el escenario que lo vio nacer como actor. Se convirtió en el gran villano de la televisión y qué bueno, porque los buenos le aburren. Es seductor por naturaleza y aunque se ha arrepentido de muchas cosas, nunca ha traicionado sus principios y se define como un desmadroso feliz. Así es Alejandro Camacho.

Cuando a sus padres les confesó que deseaba subir al escenario para darle vida a un personaje, le hicieron una advertencia:

Solo no te vayas a morir de hambre, porque ser actor en México es como ser torero en Nueva York”.

Sin embargo, así no fue el inicio de su carrera. Antes buscó convertirse en director de orquesta, como Lorin Maazel, Herbert von Karajan o Eduardo Mata, pero desistió al comprobar que era muy joven y no tenía el talento suficiente para lograrlo.

Al notar que su anhelo por lo artístico era real, su padre lo llevó a ver la actuación de Carlos Ancira en El diario de un loco, de Nikolái Gógol, bajo la dirección de Alejandro Jodorowsky.

Literal, me volví loco y le dije a mi padre: ‘yo quiero hacer eso, quiero ser otras personas. Un día quiero ser el bufón, otra vez el villano, el asesino o el príncipe’”.

Y lo logró. Hoy, Alejandro Camacho suma más de 40 años de trayectoria en los escenarios teatrales, cinematográficos y televisivos como una de las figuras más sobresalientes en el ámbito de la actuación en México.

LA VIDA DEL ACTOR ES UN FRAUDE

La vida del actor es un fraude, porque te la pasas diciendo cosas que no te pertenecen, que no están en ti y que, de alguna manera, con tu estudio y formación creas para que el otro ente esté dentro de ti”, comentó Camacho.

Su camino por el arte inició días después de acudir a El diario de un loco, pues regresó al teatro para pedirle a Jodorowsky que le diera empleo de lo que fuera, lo importante era estar adentro para aprender.

A los 16 años debutó en la obra Zaratustra. Fue parte de la inauguración del Teatro Sor Juana Inés de la Cruz con la obra Sueño de una noche de verano, dirigida por Salvador Garcini. Luego hizo Golem, Calígula, Sabaoth, Una luz sobre la cama, Muerte súbita, La declaración, El sexo opuesto y Drácula, entre otras.

El rey Lear, un parteaguas en su carrera

Al lado de Ignacio López Tarso, El rey Lear marcó un parteaguas en su carrera porque productores como Ernesto Alonso y Silvia Pinal se fijaron en su trabajo para invitarlo a trabajar en cine y televisión.

El actor vive de momentos, sin pasado y sin futuro. A veces creo que lo logré, pero luego se me va de entre las manos y tengo que volver a empezar todos los días. Volver a edificar las emociones de mi profesión”, platicó el histrión de 64 años.

Su primera película fue La seducción (1980), de Arturo Ripstein. Después trabajó con Felipe Cazals, Costa-Gavras, Miguel Littin, Alfredo Gurrola y Raúl Araiza. Pero llegó una larga pausa cuando la Cineteca Nacional se incendió en 1982.

Durante un tiempo se acabó el cine y no sé por qué. Fue una medida política que coyunturalmente servía para deshacerse de algo que nos da identidad. Entonces, empecé a trabajar en Televisa, pero sin dejar el teatro. Incluso, nunca dejaría el teatro, creo que ahí me voy a morir”.

EL GRAN VILLANO DE LAS TELENOVELAS

El público lo tiene identificado como el villano de los melodramas, aunque dice haber hecho historias de “chile, manteca y dulce, sobre todo, mucha comedia”, como en Los mosqueteros del rey, actualmente en cartelera.

Supongo que por mi cara, siempre me invitaron a ser el malo, peronunca me sentí encasillado porque no fueron personajes impuestos, yo acepté a cada uno y siempre procuré que el nuevo villano fuera diferente del anterior.

Esos son los papeles más significativos, porque los buenos me dan flojera. Los villanos catapultan las historias y yo le he dado vida a seres deleznables como en la obra Bajo cero en la que hacía a un asesino y pedófilo inspirado en Frederick Walter, que en la vida real fue apresado.

“Canito”, como le llaman sus amigos Héctor Bonilla y Humberto Zurita, no actúa para ganar dinero y ser famoso, asegura que lo hace porque le gusta y aprende de sus semejantes.

Siempre he tenido suerte para encontrar trabajo, pero también he padecido los días en que no hay nada. El año pasado me operaron de la columna vertebral para colocarme dos clavos tras padecer varias lesiones. Pasé cinco meses de convalecencia y me estaba volviendo loco por no trabajar.

Pero no podía hacerlo porque cada vez que me levantaba, me sentía mareado. Ahí comprendí que las cosas también suceden por algo”, explicó Camacho.

Gracias a telenovelas como Vanessa, Cuna de lobos, El extraño retorno de Diana Salazar, Muchachitas, La sonrisa del diablo, Imperio de cristal, Tres mujeres y Alma de Hierro, entre otras, Camacho logró proyección a nivel internacional, por lo que viajó a infinidad de países donde era aclamado por los fans.

EL TIGRE AZCÁRRAGA E IMPERIO DE CRISTAL

El Tigre Azcárraga tenía una gran mentalidad empresarial. Mucha gente me hablaba mal de él, me recomendaban no acercármele porque lo definían como un hijo de la chingada. Pero la primera vez que lo traté, vi en él a un ser con personalidad avasalladora y le gustaba escuchar a la gente”.

El actor quería trascender en el ámbito. Sí buscaba darle a ganar dinero a la televisora, pero también quería apoyar a las nuevas figuras y obtener un mayor prestigio. Le propuso producir una historia inspirada en Calígula, pero el proyecto no le pareció al empresario.

Nos dijo que estaba cancelado porque le habían dicho que era una mierda. Le respondí que estaba mal informado y su respuesta fue: ‘¿Cómo te atreves a decirme eso?, sobre tu cabeza y la de tu mujer, los dos a chingar a su madre, cabrón’. Y nos corrió.

Rebecca Jones (su entonces esposa) y yo nos fuimos a Acapulco a lamernos las heridas hasta que sonó el teléfono de la habitación. Era su secretaria diciendo que el jefe nos quería ver al día siguiente a las 6 de la tarde.

Al llegar nos abrazó para decirnos que sus socios habían aceptado nuestro proyecto llamado Imperio de cristal. Comprendí que si te quedas callado, eres un pendejo, pero si hablas, te la juegas. Nunca debes dudar de tu intuición”.

Hollywood nunca fue una opción laboral para “Canito”, pues asegura que le tocaron otras circunstancias y no había necesidad de jugársela allá teniendo en México todas las oportunidades.

Con orgullo dice haber sido de los pocos que no sufrió el veto de la televisora de San Ángel como a muchos les ha sucedido cuando abandonan sus filas. Él trabajó ahí durante 35 años.

SEDUCTOR POR NATURALEZA

Durante las décadas de los 80 y 90, a Camacho también se le ubicó como uno de los galanes de televisión, ante lo cual, dice: “me gustan mucho las mujeres y soy seductor por naturaleza, pero hoy me la llevo con más cuidado porque nos acusan en el #MeToo por asediarlas. Pero, entonces, ¿cómo hay que conquistar?, ¿con palomas mensajeras?”.

Pasó 26 años de su vida en matrimonio con la actriz Rebecca Jones. Ambos son padres de Maximiliano y se divorciaron en 2011. Antes de esta relación, nació la actriz Francesca Guillén, la hija que tuvo con Bárbara Guillén.

Becky y yo nos veíamos todo el tiempo, porque hacíamos cosas intensas, negocios y obras. A ella la adoro simplemente porque es la mamá de mi hijo. El amor no se acaba, se transforma y tuvimos que tomar la decisión de separarnos, pero es una gran mujer en mi vida. Cuando supe que tenía cáncer, me volví loco”.

Ricardo III, de William Shakespeare, es uno de los proyectos teatrales que se le han quedado en el tintero a Alejandro Camacho al lado de Enrique Singer. Hacerla sería un sueño y la considera oportuna justo en medio de una sociedad tan despolitizada como hoy.

PADECE CÁNCER DE PIEL

Hace tiempo que lucha contra el cáncer de piel que le fue detectado en la cara. Asegura que lo tiene controlado gracias al bloqueador, a que no se expone al Sol y a sus revisiones médicas.

Me he arrepentido de muchas cosas que he hecho a lo largo de mi vida, porque uno a veces suele ser muy pendejo. Cometo errores, como todos, y soy falible, pero también soy fuerte.

Sí me caigo, pero me levanto, lo cual me hace estar contento conmigo mismo. Nunca he traicionado mis principios y siempre he podido ayudar a la gente que quiero. Soy desmadroso y feliz, hago lo que quiero y me miro diario al espejo con estos ojos para decirle a mi hijo: ‘vas a todo dar, lo más importante es ser’. Así soy”, concluyó.

 

Excelsior

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